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jueves, 29 de enero de 2009

Los círculos habaneros


Waldo Acebo Meireles

Todo el mundo conoce, o por lo menos ha oído hablar de los dibujos de Nazca, pero difícilmente de los círculos habaneros, y no nos referimos a los a los llamados Sociales, ni a los Infantiles, sino a círculos reales que se inscriben sobre el territorio de La Habana.

Estos círculos se pueden apreciar en un mapa 1:50000 o de mayor escala, o si sobrevolamos a buena altura ese territorio, actualmente es posible hacerlo al simplemente buscar las imágenes de satélite, que como la que ilustra este trabajo se pueden observar en distintos ‘site’ de Internet[1].

Puede haberle ocurrido a quien haya tomado alguna de las estrechas carreteras del sur habanero y se haya percatado de que la misma sigue una trayectoria bastante rara, son largas curvas, sin justificación aparente.

Esos caminos y carreteras que presentan extensos arcos de círculos están siguiendo el trazado o linderos de los corrales o haciendas circulares que el Cabildo habanero entregó en posesión a la aristocracia terrateniente de los siglos XVI y XVII básicamente.

¿Cómo han llegado a nosotros estos ‘relictos’[2] con más 300 o 400 años? Empecemos por decir que lo que parecen círculos en realidad no lo son sino que son polígonos regulares de 72 lados que vistos en un mapa, o desde buena altura, parecen círculos perfectos.

Es a partir del siglo XVIII que comienzan las infinitas luchas legales para determinar la posesión, que no propiedad, de estos inmensos latifundios, un corral tenía una legua de radio es decir 4,240 metros, por tanto un corral con la circulación completa, lo cual era raro ya que generalmente era cortado por otros corrales, el caso del corral Melena es una de esas excepciones; tenía 421 caballerías. Un hato con el doble de radio tenía 1,684 caballerías.

A partir de mediados de mediados del siglo XVIII los agrimensores o “amojonadores” que procedieron a delimitar esas mercedes, hicieron su “zafra”, ya que lo que les sobró fue trabajo [y broncas con los que se consideraron afectados por sus mediciones] y crearon esos linderos que fueron respetados al trazar los caminos y que hasta hoy se pueden observar.

¿Se cometían errores?, claro que se cometían, como decía Esteban Pichardo, nuestro ‘Cartógrafo Mayor’: “¿y quién podrá medir una línea de dos leguas en Cuba sin equivocarse en seis varas?”. Claro un error de seis varas representaba unas cuantas caballerías de más, o de menos.

Si los relictos de los corrales y hatos llegaron hasta hoy, sobreviviendo la debacle agraria que ha asolado nuestro país, entonces le podemos augurar una larga vida.

[1] Nos referimos a los grandes arcos de círculos que por ejemplo rodean al poblado de Güira de Melena y no a los pequeños círculos que son sistemas de regadíos que al parecer no dan mucho resultados ya que la mayor parte no presentan el verdor propio a algún cultivo.
[2] El concepto de relicto para referirme a las huellas de viejas construcciones, caminos, etc., en este caso a los linderos de los hatos y corrales lo introduje en el campo de la investigación histórica a partir de mis trabajos en la mapoteca del Archivo Nacional de Cuba. El concepto ha sido aceptado con cierta reticencia por otros investigadores cubanos.

viernes, 23 de enero de 2009

El maná, la escuela de Chicago y los cubanos.

[publicado originalmente en E. Ichikawa]

Waldo Acebo Meireles

Reconozcamos que el título parece ser una total incongruencia, pero les aseguro que no hay tal. Comencemos por el principio, por el maná:

Como todos, mas o menos, conocemos al escaparse Moisés y su pueblo de las férreas garras del faraón del Egipto, que después lo conocimos como Antiguo, estuvieron divagando, merodeando y explorando en una pequeña región del ya de por si pequeño Cercano Oriente, 40 años [el doble de los 20 de Gardel, que ya debió ser algo]; mientras buscaban la tierra prometida, recibían las tablas con los Diez Mandamientos y otras actividades que en realidad no se correspondían con el pueblo elegido.

Durante esos años Dios le enviaba todas las mañanas, excepto el sábado, el maná que era algo así como un pan pero que nadie sabe exactamente que era ya que las descripciones son bastante variadas.[1] Algunas veces también le mandaba codornices.

Qué era el maná, a qué sabía, cuál era su contenido de proteínas, calcio, hierro, el abecedario de vitaminas, de fibra y colesterol, eso nadie lo sabe, aunque numerosos eruditos han dedicado años al estudio de semejante cuestión y las opiniones son de lo más variadas y sorprendentes. Pero lo importante es que el maná aparecía todas las mañanas, excepto los sábados ya lo mencionamos, y era gratis, sí, era gratis, totalmente gratis, sin ninguna obligación de comprar nada más, como dicen los anuncios de hoy en día, y ya sabemos lo que eso significa.

Casi cuatro mil años después de ese prodigio unos sesudos académicos a partir de profundas investigaciones, serias discusiones, prolongados estudios y varios premios Nobel llegaron a lo que se conoce como unos de los grandes descubrimiento de la Escuela Económica de Chicago, que expresado en pocas palabras nos dice “no free lunch”[2] , no hay almuerzo gratis.

¿Entonces qué? ¿Hubo maná gratis, o los eruditos de Chicago están equivocados? Ni lo uno ni lo otro más bien todo lo contrario. El maná, las codornices a veces, y el rocío para saciar la sed estaban asegurados mientras que el pueblo de Israel no entrara en murmuraciones, no adoraran el “becerro de oro” y otras abominaciones en que tendían a caer bastante a menudo durante el ‘tour’ por el desierto que les dio Moisés. Es decir que el maná tenía un costo: total, completa, absoluta obediencia a las Tablas de la Ley y a las bastantes complicadas instrucciones sobre el culto, construcción del Tabernáculo y otros preceptos sobre un montón de cosas.

Mientras que los hebreos aprendieron esa realidad hace un montón de años y los economistas hace unos 60, los cubanos que nos relacionamos con los primeros en cuanto a la diáspora, y a la búsqueda frenética de la tierra prometida, y a los segundos por lo sabichosos que somos, aún no hemos llegado al conocimiento de esta simple verdad.

Educación gratuita, medicina gratuita, libros gratuitos, espectáculos deportivos, círculos infantiles y no se que seremil más de cosas de bamba, genial. No vamos analizar aquí si la educación no es lo que debería y podría ser, si hay hacinamiento en las aulas o las escuelas están sin pizarras, etc.; o si los hospitales están re-puercos y sin sábanas, casi sin medicinas, anestesia, algodón, placas para rayos X, y los múltiples requerimiento necesarios para brindar una asistencia médica si no moderna, por lo menos decente.

A todo lo anterior poco a poco se le ha ido añadiendo otro maná: “Hace falta que me manden…” y aquí podemos añadir cualquier cosa desde 100 dólares, un frasco de robotussin, unos jean de marca, un i-Pod, hasta unos pampers. Lo que sea.

Evidentemente que los cubanos siguen creyendo en el maná y de paso ignorando las conclusiones de la escuela económica de Chicago. Durante todos estos años han creído a pie juntilla que la medicina era gratuita, por cierto que eso parecía, si tomamos en cuenta de que la visita al médico e incluso un ingreso de varios días en un hospital con una intervención quirúrgica de mayor o menor importancia no generaba ningún ‘bill’ ni le pedían ningún ‘copayment’. Todo se producía sin la intervención de la palabra dinero.

Lo que queremos apuntar es que el axioma postulado por la escuela de Chicago se ha cumplido inexorablemente en el caso cubano, que no ha habido tal gratuidad que ha existido un costo, y un costo terriblemente alto para lo obtenido a cambio: un subconsumo que nos permite casi suponer una ‘esclavitud asiática o comunal’ para los cubanos; una perdida de cualquier posibilidad de opción económica, de elección de qué y cuánto ya que los cubanos no compran sino se les distribuye [salvo que tenga moneda dura, entonces pueden decidir en cierta medida]; un deterioro sistemático en la capacidad de convertir el esfuerzo en resultados, dicho en otra forma una disminución continuada del nivel y de la calidad de la vida.

Pero lo que los cubanos no querían, y al parecer ni quieren saber es que aunque ellos no pagaran sacándose el billete del bolsillo, ellos pagaban con salarios deprimidos, el subconsumo generalizado refrendado legalmente como la ‘cuota’, una baja calidad de los servicios y otros problemillas concomitantes, ello sin considerar el mantenimiento de una burocracia parasitaria inoperante, como cualquier otra, una capa de funcionarios políticos y administrativos que no tienen que rendirle cuentas a los que en realidad pagan y esto obviando las perdidas en otros valores no materiales, pero que son importantes.

También existen costos sociales, como el hacinamiento por falta de viviendas y su secuela de problemas; la estratificación de la sociedad de forma artificial en capas que nada tiene que ver con la real contribución a la economía y la distribución de los bienes, con sus resultados, por ejemplo, de profesionales altamente calificados que buscan un acomodamiento en otro campo de actividad más lucrativo, en ocasiones más o menos ilegal, generando frustraciones y desesperanzas.

Y, lo que para mi es más grave, un profundo cambio en la psicología de todo un pueblo ahora habituado a abrir la boca y esperar que el maná le caiga del cielo.

Por cierto que eran, y son, bien caras esas gratuidades. Como son caros los jean de marca y otros bienes que piden a sus familiares sin saber, ni quieren saber, cuánto cuestan. ¿Qué consecuencias tiene esto? Muy serias: cuando el cubano típico se enfrenta a la realidad de un mundo en que sí se cumple abiertamente con el principio de que no hay almuerzo gratis. De pronto los intríngulis de la economía real quedan al descubierto y ese descubrimiento no resulta nada agradable, es traumático.

Pero nunca tan traumático como el llegar a comprender que ni somos el pueblo elegido, ni hay tal tierra prometida.

[1] Se encuentran referencias en ‘midrashes’ judíos que el maná tenían el sabor y la apariencia de aquello que uno más deseaba., lo cual indudablemente era una gran cosa si consideramos estar 40 años comiendo lo mismo. ¡Qué maravilla para un matrimonio!
[2] Lo cual es una simplificación del acrónimo TINSTAAFL el cual es a su vez significa y es usado en lugar de "There Is No Such Thing As A Free Lunch

lunes, 19 de enero de 2009

Dos acotaciones.

[publicado originalmente en E. Ichikawa]

Waldo Acebo Meireles

Los escritos del Dr. Sergio López siempre están avalados por un instrumental lógico y unas bases causales y referenciales que le dan una connotación de seriedad, profundidad y solidez dignas de la admiración de cualquiera que tenga interés en este campo del saber que es la Historia.

Me voy a permitir el hacer dos breves anotaciones a su último trabajo presentado en este site: ¿Pacto, compromiso o seudocompromiso? En el mismo el autor abre un interesante trayecto para el análisis de las causas de la guerra de liberación que se inició en 1895. Sus argumentos son contundentes y merecen nuestra mayor atención, sin embargo me voy a permitir el señalar dos elementos más inasibles que los que el autor nos presenta, pero que en mi opinión no podemos pasar por alto en los procesos ideológicos y sicológicos que contribuyeron y eclosionaron en la clarinada de 1868 y la embestida del 95.

La primera es un fenómeno poco estudiado, pero que en mi criterio desempeñó un notable papel en todo este proceso constitutivo de nuestra voluntad de separarnos del dominio colonial español, el mismo fue los dos breves respiros constitucionales, aceptados a regañadientes, por los peninsulares en los altos puestos de la burocracia colonial que se producen en 1821 y en 1824.

Es mi criterio personal que ambos períodos a pesar de su brevedad fueron escuela de autogobierno e influyeron positivamente en la formación de la nación cubana, la lectura de las actas de los gobiernos autónomos y constitucionales formados en dos pequeñas poblaciones habanera me permiten intuir esto. Los acuerdos van dirigidos de inmediato a beneficiar a estas poblaciones que hasta esos momentos solo hacen contribuciones al presupuesto colonial pero nada reciben a cambio. ¿No nos recuerda algo esto?

La adecuación de las escuelas, las mejoras de los caminos, las medidas de estructuración del orden público y ciudadano son las que reciben inmediata atención, los concejales prueban sus fuerzas en su nueva condición de ciudadanos. Poco duraron esas experiencias pero los ecos de la Revolución Francesa y la Americana se dejaron sentir, incluso en Managua se levantó un monumento a la Razón.

El otro elemento que quisiera apuntar es el no tan subterráneo proceso de maduración de los elementos de nuestra nacionalidad, que se aprecian en la literatura, la música, el propio desarrollo de una intelectualidad ‘criolla’, término este usado despectivamente como lo era el uso de iberos o godos. Este proceso de separación no es continuo ni lineal, pero presenta hitos entre los cuales me gusta señalar lo ocurrido en la defensa de La Habana del ataque inglés.

Resumiendo considero que el proceso de separación de lo ‘nuestro’ de lo del ‘otro’ es algo que siempre hay que tomar en cuenta en estos fenómenos políticos. Me encuentro entre los que piensan que no sólo los factores económicos desempeñan un papel de importancia en la historia y que de vez en cuando hay que utilizar hasta un instrumental axiológico para abordar los complejos procesos que aquí tratamos.

domingo, 18 de enero de 2009

Hialeah sin Latinos


[publicado originalmente en E.Ichikawa]

Waldo Acebo Meireles

Me he leído de una sentada el libro de Seth H. Bramson sobre las ciudades fundadas por Curtiss y Bright[1] y no ha sido por el interés que me despertó, sino por la poca información que brinda.

En las 159 pags. que consta el libro más de 80% son pags. con fotos, las paginas dónde este reconocido escritor e investigador de historias locales y particulares de la Florida con más de una veintena de libros publicados, se propone dar alguna información textual son escasas y de una pobreza extraordinaria.

Tomemos como ejemplo Hialeah que de las tres ciudades que el autor pretende ‘historiar’ es de la que conozco algo por haber dedicado múltiples horas a la investigación de la misma. De las 53 pags. que dedica a esta ciudad, incluyendo el Capítulo dedicado al Race Track[2], el 92% son paginas dedicadas a láminas y fotos, debemos conceder que alguna son de interés.

Los pocos párrafos en que el autor brinda alguna información son vagos, imprecisos y no solo de poco interés sino carente de información estadística, demográfica, datos históricos concretos, hechos importantes, menos aún algún intento de periodización.

Por ejemplo le dedica todo un párrafo a las comunicaciones y el transporte[3] pero ignora, o parece ignorar, que en Hialeah estuvo durante más de 25 años el aeropuerto municipal de Miami el antecesor directo del actual aeropuerto internacional. No menciona que Amelia Earhart despegó de ese aeropuerto el 1ro. de junio de 1937 para su vuelo trasatlántico, intento en que perdió la vida, convirtiéndose en una leyenda.

No vamos a seguir enumerando los más elementales datos que faltan en este desafortunado libro, pero no podemos dejar de señalar que el autor por dejar de decir, nada dice de la presencia cubana, y latina en general, en Hialeah, parece que el autor “estuvo en el pueblo pero no vio las casas”. Una rápida mención a Raul Martínez, que fue el primer cubano elegido alcalde en los EE.UU., hecho que el autor no menciona, y al actual alcalde, Julio Robaina, son las únicas que se hacen de personalidades latinas.

No le podemos recomendar este libro salvo que a usted le guste mirar las figuritas.


[1] El nombre completo del libro es: “ The Curtiss-Bright Cities. Hialeah, Miami Spring & Opa Loca.” publicado por ‘The History Press’ 2008
[2] Existen varios excelentes libros que historian el Hipodromo de Hialeah
[3] El párrafo está dedicado básicamente al Florida East Costal Railway al cual el autor le ha dedicado un par de libros con anterioridad

jueves, 15 de enero de 2009

Los coleccionistas.


[publicado originalmente en E. Ichikawa]

Waldo Acebo Meireles.

Hace un par de días Yoani subió un trabajo en que abordaba el asunto de la media libra de picadillo que me imagino solo los habaneros, de la ciudad, recibirían. El parto de los montes.

¡Media libra de picadillo! ¿Por persona o por núcleo? ¿Con soya o sin soya? ¿Con grasa o sin grasa?, nada Yoani es muy parca y lo único que añade es el choteo de los cubanos [supongo que solo los habaneros de La Habana] sobre el picadillo que no fue un regalo de los dioses del olimpo castrista, más bien castrados, sino ‘enviado por Chávez’.

Pero lo que realmente me llamó la atención no fue ese derroche que después de 50 años, ¡Caballeros, que son cincuenta años!, pudieron realizar para ‘celebrar’ tan magna fecha, lo que me llamó la atención fue la imagen que acompaña el trabajo, que aquí reproducimos sin pedirle permiso a nadie.

Pablito en sus años mozos, con ‘espeldrún’ y todo, a unos 30-35 años de su futuro ¿distanciamiento?, de la gerontocracia; Silvio con esa magia de su poesía vendiendo mangos; Mercedita Valdés con su inefable ‘aché’; el Che, pal,cará, en un disco que por suerte ni recuerdo y finalmente, finalmente: Sarita Montiel.

Lo demás nada importa, esa es Sarita en su mejor LP con la London, a veces desentonada, en ocasiones descuadrada, pero con unos senos de exposición, de colección.

Es cierto el letrero que anuncia la venta de estas reliquias, son cosas para coleccionistas, aquellos que coleccionan arrepentimientos, o coleccionan símbolos controvertidos, o coleccionan ritos espirituales o imágenes eróticas de la adolescencia.

Para eso hemos quedado, para coleccionistas de intrascendencias. ¿A cómo estará el disco de Sarita?

miércoles, 14 de enero de 2009

Reivindicación de Hialeah

[publicado originalmente en E. Ichikawa]

Waldo Acebo Meireles.

Todo parece indicar que el artículo de Forbes acerca de las 10 ciudades más aburridas ha causado revuelo en Hialeah, colocada por el autor (Joshua Zumbrun) entre esas aburridas ciudades, sobre la base de una metodología que nada tiene de metodología y sí de bobería.
Hasta el momento el artículo ha recibido 38 comentarios (ver link a "Forbes") y todos desfavorables al mismo, llama la atención que una tercera parte de esos comentarios están enmarcados en la defensa de Hialeah, en segundo lugar está Chula-Vista con 6 comentarios de defensa y en tercero Chandler con 5 decididos y entusiastas defensores.
Uno de los que suponemos “jayalense” vira la tortilla y coloca a "Forbes" entre las diez revistas más aburridas, otro establece con diáfana claridad: A Hialeah se le quiere o se le odia. Estamos de acuerdo, yo estoy entre los que la quieren.
Hialeah surgió a finales de los años 10 del siglo pasado, para 1925 ya se había constituido en ciudad con alcalde elegido popularmente. Para esos años ya poseía el Hipódromo considerado el más bello del mundo, además de un cinódromo, cancha de Jai-alai, los primeros y que yo sepa únicos estudios cinematográficos del estado de la Florida, decenas de hoteles, bares y demás centros de diversión. Nada aburrido por cierto.
Durante la “ley seca” en Hialeah se producía, según doctas opiniones, el mejor "moonshine" de todo los EE.UU., se dice que Al Capone paladeaba el mismo en sus visitas a la "aburrida" ciudad.
Con estos antecedentes, para no seguir contando, era imposible que Hialeah fuera una ciudad aburrida, nunca lo fue ni aún en los peores momentos de la crisis económica de los 30s.
Esta ciudad se mantiene viva, como una ciudad de múltiples diálogos, como dijera hace varias décadas su mejor poeta. Hialeah con ese lema que nos recuerda al Marianao de Orue, no es la ciudad de “agua, fango y factorías”, ni es una ciudad aburrida, en realidad es una ciudad que progresa, acogiendo no solo a cubanos sino a latinos de toda la América, y una población creciente de ciudadanos del medio oriente. Pues sí, Hialeah es una ciudad de múltiples diálogos con su 98% de latinos, donde se puede tomar uno un guarapo, o un cafecito en cualquier esquina y que una joven dependiente te diga: "Mi chino quieres más". Nada aburrido por cierto.

martes, 13 de enero de 2009

¡Cuidado con lo que piden!

[publicado originalmente en E. Ichikawa]

Waldo Acebo Meireles

He recibido un e-mail firmado por Jadwiga ‘Viga’ Gewert de la “Chopin Foundation of the U.S.” esta fundación radica aquí en Miami, con extensiones en San Francisco y New York, este e-mail tiene como propósito que nos unamos a una solicitud que partió de Quincy Jones y que consiste en pedirle al Presidente Electo que designe un Ministerio de las Artes, textualmente señala:

“Quincy Jones has started a petition to ask President-Elect Obama to appoint a Secretary of the Arts. While many other countries have had Ministers of Art or Culture for centuries, The United States has never created such a position. We in the arts need this and the country needsthe arts—now more than ever.”

Francamente no creo que sea razón suficiente el hecho de que otros países tengan dicho organismo estatal "desde hace siglos", para que los EE.UU. lo cree. Cuba lo tiene y para que hablar del asunto.

Pero como parece que la cosa viene por la rama de la música, lo más probable es que lo que realmente estén buscando en un renacimiento de la vida musical de este país que alcanzó su zenit en los años finales de los 40, inicios de los 60; hasta una cadena nacional de radio se daba el lujo de pagar músicos de primera línea para formar una orquesta dirigida por una celebridad de esos años.

Esta bien, vamos a suponer que el Sr. Barack Obama, crea ese Ministerio y decide nombrar a Wynton Marsalis como Ministro, es una buena selección, Marsalis se mueve con soltura tanto entre los jazzistas como entre los cultivadores de la música clásica, además su ejecutoria en el Lincoln Center es una buena carta de presentación, sin considerar sus esfuerzos para restaurar New Orleans, en resumen en un músico respetado y respetable. Por otra parte Obama equilibra un poco la composición étnica de su gabinete.

Perfecto, el Sr. Marsalis emprende su gestión con entusiasmo y enseguida comenzamos a ver sus frutos, se producen conciertos gratuitos, se amplian las becas para los alumnos de las actuales escuelas de arte, se crean nuevas escuelas y mil otras iniciativas: exposiciones, ediciones populares de literatura, publicación de escritores noveles, etc.

Pero el Ministerio de las Artes que comenzó con una docena de entusiastas de las artes ha ido creciendo así lo ha demandado el desarrollo del trabajo, al cabo de 2-3 años cuenta con varios miles de empleados, no tan entusiastas de las artes, y se han creado infinidad de departamentos, secciones y subsecciones. Por ejemplo de la Subsecretaría de Musica se desprende, entre otras el Departamento de Música Popular y de este a su vez sale la Sección de Musica con Raíces Afro; de aquí la Subsección Rap… las cosas se van complicando, pero por favor no le pidamos al Sr. Ministro que atienda personalmente cada una de las subsecciones de Artes Plásticas, Literatura, Música y demás.

Creamos un monstruo burocrático que ahora empezará a engullirlo todo, a dictar normas y generar circulares e instrucciones y lo peor de todo, comenzara a ejercer la censura, al inicio con mucho tacto, pero finalmente con toda la fuerza que le da el tener un presupuesto estatal de billones que gasta básicamente en sostener el aparato burocrático pero que lo que queda lo reparte entre aquellos que le sean gratos.

Triste visión la mía, de un pesimismo desarmante, estoy de acuerdo, pero no creo que esa sea la vía de elevar la cultura artística de este país. Por tanto no voy a firmar tal solicitud y se acabó.

domingo, 11 de enero de 2009

Sobre el marxismo esotérico y otra ideas afines.

[publicado originalmente en E. Ichikawa]

Waldo Acebo Meireles.

Si quieren no me lo crean pero un estimado amigo me contó que hace algunos buenos años por las tierras del Ariguanabo existía un personaje que decía que él era un materialista esotérico. Aquella declaración de principio siempre me resultó no sólo simpática, atrevida e incoherente, sino de hecho imposible.

¡Qué equivocado andaba yo por esa época! Aquel personaje estaba clarísimo, su autoproclamación no encerraba ninguna antinomia filosófica; ni tenía ninguna pretensión provocativa; no era el producto de una mente desquiciada, por lo menos en el plano individual; ni era una aberración personal. Era, en realidad, la preclara síntesis de la filosofía no oficial de la ‘dirección’ política de Cuba. Era el desquiciamiento, la enajenación, la aberración abominable de todo un país, hasta ese momento más o menos cuerdo.

Oficialmente la declaración de marxista-leninista, materialista consecuente y demás palabrería quedaba desmentida en la práctica diaria, en la cotidianidad del quehacer político, social y económico, en particular en este último.

¿Cómo hacer corresponder con las ideas de Marx declaraciones tales como: crearemos riquezas con la conciencia y no conciencia con las riquezas? O esta otra: con las convicciones del pueblo trabajador elevaremos la producción. Si eso no es esoterismo encubierto, no tan escondido, en declaraciones ‘marxistas’, no me imagino que otra cosa puede ser.

Uno de los supuestos marxistas más connotados y que dejó algunos miles de páginas, publicadas en dos gruesos tomos después de su muerte en Bolivia, realizó algunas definiciones tautológicas. En uno de sus panfletos más estudiados sobre “el hombre nuevo” decía cosas como la siguiente: somos más plenos porque somos más plenos. Al parecer no asistió a las clases de lógica formal cuando estudió el bachillerato en Córdoba.

El mismo concepto de hombre nuevo, “homo novensis” está en la esencia misma del marxismo esotérico, si Marx resucita se vuelve a morir, ni cuando joven cometía esa pifias anti-marxistas, pero bueno alguna vez él declaro que no era marxista, así que sabe Dios.

Declaradamente, o no, el ‘aparato’ pasó por el nacionalismo, el antimperalismo, el trostkysmo, el tercer-mundismo, el anti-sovietismo, el latinoamericanismo, y no recuerdo cuantos ismos mas, al parecer el penúltimo es el bolivarismo. Pero en esencia nunca han dejado de ser unos redomados esotéricos, viviendo en las nubes, en ‘la luna de valencia’ y evitando tropezar con la concreta, con la realidad objetiva como diría cualquier profesor de marxismo.

En la práctica diaria se fue pasando lentamente de la certeza en el triunfo del las ideas marxistas, a la confianza en la revolución y ya en los últimos tiempos a la fe en nuestros dirigentes. Fue un progreso evidente hacia la confirmación del esoterismo como teoría del estado.

Falta por lo menos un último y definitivo desarrollo y este ya se comienza a vislumbrar cuando se empieza a decir que un cadáver está efectivamente gobernando y al tanto de todos los problemas del país. Más adelante cuando ya no quede más remedio que enterrarlo, o completar su momificación, presiento que comenzaran las sesiones espirituales para recibir las orientaciones de nuestro querido líder, que desde el más allá nos seguirá alumbrando el camino con su sabiduría.

Semejante forma de filosofar ha dejado su impronta en el ser del cubano, y sus consecuencias futuras, ya que las presentes son evidentes, las desconocemos pero no auguran nada bueno.

¡Pal cará, Clavelito en el poder!, quien se lo hubiese imaginado.

miércoles, 7 de enero de 2009

Esteban Pichardo, un intelectual infatigable.

[publicado originalmente en E. Ichikawa]

Waldo Acebo Meireles.

El siglo XIX cubano fue pródigo en hombres de letras, científicos, y pensadores de toda índole, los Poey, Reynoso, Bachiller, los González del Valle, los Zayas, Calcagno, Mestre, Del Monte, Varona y tantos otros; quizás uno de los más conocidos, y discutido, es José Antonio Saco, quizás el menos conocido, y casi olvidado, es Esteban Pichardo y Tapia.

Aunque nació, el 26 de diciembre de 1799, en Santiago de los Caballeros, Santo Domingo, vino de muy corta edad a Cuba; su infancia y juventud transcurrió en Santa María del Puerto del Príncipe, lo que hoy conocemos como la ciudad de Camagüey.

Pichardo fue uno de los eruditos más trabajadores y conspicuos del siglo XX, dejó un legado que no puede ser pasado por alto por ningún historiador, u otro investigador en las ciencias sociales. Basta con mencionar dos obras: El “Diccionario provincial casi razonado de vozes [SIC] y frases cubanas” y la “Carta geotopográfica de la Isla de Cuba”.

De la primera debemos decir que fue no sólo la más importante obra lexicográfica cubana en el siglo XIX, y parte del XX, sino la primera en toda la América, referencia obligada de todo estudioso latinoamericano; obra de imprescindible consulta, actualmente, para cualquier estudio del período. Su sabiduría queda reflejada en las descripciones de la fauna y flora cubana, sin descontar los elementos de las costumbres de la sociedad decimonónica que también quedan reflejadas.

La Carta geotopográfica no tuvo rival alguno hasta que en los años 50 del siglo XX, y a partir de fotos aéreas, el Instituto Cubano de Geodesia Cartografía y Catastro elaboró las cartas de Cuba en escala 1/50000.

Causa admiración como un solo hombre pudo emprender y concluir tan tremenda obra, él reconoce que se apoyó en el trabajo anterior de decenas de topógrafos y cartógrafos y con infinita modestia lo señala:

“Es verdad que han sido miles los operarios originales de menores ó mayores trozos dentro y fuera de la Isla en el largo tiempo de casi dos siglos; pero conseguir esos trabajos todos ó la mayor parte de los interesantes, solo era dable á quien, habitando en la Isla desde su infancia, la recorrió luego por agua y tierra antes y después de haber Ferrocarriles, adquiriendo datos y noticias corroboradas prácticamente en medio siglo, sin excusar molestias, súplicas, hasta humillaciones, para obtenerlos, copiarlos, y sacar apuntaciones de archivos particulares ó públicos, etc., principalmente en los lugares donde fijaba mi residencia, Santiago de Cuba, Holguín, Puerto Príncipe, Santa Clara, Matanzas, la Habana, Guanajay y sus campos,”[1]

Otro aspecto vital a considerar es el que esa Carta, al igual que sus otros trabajos cartográficos anteriores, fijaron las toponimias de Cuba. La belleza del dibujo la precisión del diseño todo hace que sea una obra sin paralelo, me atrevería decir no sólo en América sino mucho más allá.[2]

El estudiar esas Cartas, que años atrás podían ser obtenidas en copias azul al amoniaco en la Biblioteca Nacional, nos maravilla por la cantidad de información que recoge por lo prolijo de los datos que refleja, por la meticulosidad con la cual incluso establece los centros de corrales y hatos ya desaparecidos para la época en que Pichardo confeccionó sus Cartas.

Sin embargo su obra inconmensurable nunca tuvo el reconocimiento y menos aún la retribución económica que debió haber tenido, retomemos el párrafo citado donde incluso se refiere hasta de las humillaciones que sufrió.

Otro párrafo extraído del proemio a su novela ‘El Fatalista’, no es casual su nombre, nos deja una nota amarga, cuando después de explicar las características generales de la obra apunta:

“Pintar nuestro Mundo como es; anatomizar el cuerpo social Cubano en todos sus miembros de uno ú otro Departamento buscando fácilmente el correctivo posible en los defectos; aislar en un individuo ideas dudosas de predestinación; no es zaherir, ni sentar axiomas de creencia.
Con estas premisas, si el pasatiempo instructivo de costumbres agrada, quedaré satisfecho; de lo contrario, ganaré otro desengaño.”
[3]

Esteban Pichardo murió el 26 junio 1879, pobre casi en la miseria, en La Habana donde fue Socio de Mérito de la Sociedad Económica de Amigos del País y de la Real Academia de Ciencias Médicas Físicas y Naturales, leamos la nota necrológica que apareció en la ‘Revista de Cuba’:

“Corto número de persona (…) acompañaron á su última morada al eminente geógrafo D. Esteban Pichardo. Nos duele decirlo; pero el ilustre finado, miembro de tantas Academias Científicas, no tuvo en su acompañamiento quien las representase, como si la desgracia se empeñara en perseguirlo aún más allá de la tumba.
Parece que el infortunio ha embotado de tal modo nuestros sentimientos, que hasta hemos llegado á olvidar que la muerte de un hombre esclarecido siempre fue motivo de duelo para la tierra que le vio nacer o le adoptó como hijo, y que da pruebas de poseer virtudes cívicas el pueblo que acude en masa a tributar el último homenaje de admiración y respeto a los hombres, cuyo paso por el mundo, lejos de haber sido inútil ha dejado esa profunda huella que marcan el amor á la Patria y la consagración a la ciencia.”
[4]

No resulta necesario añadir nada más.


[1] Nueva carta geotopográfica de la Isla de Cuba, Hoja 1A., 1/70,000 Memoria Justificativa 1870 p. 3.
[2] Sin embargo en más de una ocasión escuché opiniones negativas, entre ciertos historiadores cubanos, con relación a las obras de Pichardo, peculiar costumbre la nuestra de criticar lo que ni por asomo podríamos igualar.
[3] El Fatalista – Novela Cubana. 1866 s/p.
[4] Revista de Cuba Tomo VI. 1879 p. 91

lunes, 5 de enero de 2009

Sobre Platt [comentarios a Emilio]



[publicado originalmente en E. Ichikawa]

Waldo Acebo Meireles

Estoy junto a los que piensan que nada en este mundo es realmente casual, que todo obedece a una necesidad y por otra parte que en todo fenómeno hay una concatenación causal. En el caso de tu post, originalmente del 2005, abordando la figura de Platt hay unas cuantas cosas de sumo interés, como por ejemplo la ubicación del personaje en su contexto político, o su papel en la fundamentación de lo que llama neoimperialismo [podemos aceptar el término en contraposición del imperialismo, digamos, inglés].
En especial es muy úil la visión que das de un Platt abolicionista, no la de una figura de extrema derecha, como habitualmente imaginamos desde nuestra perspectiva nacional. Por otra parte es de suma importancia aquello que dices sobre "que Platt no buscaba perjudicar el interés cubano sino defender el interés norteamericano." Algo que los cubanos olvidamos cuando realizamos alguna valoración sobre las posiciones de la política norteamericana hacia Cuba, lo que nos lleva hasta acusar de traición a un presidente que lo que hizo fue no traicionar los intereses de su país.
Hasta aquí todo bien, el problema para mi está en el párrafo final: "Creo que los cubanos debemos fijar un interés nacional de última instancia y movernos hacia él con resolución estratégica: no importa quien se beneficie con nuestra ansia: no importa quien se perjudique."No hay que tener muy buen olfato para percatarnos del tufo "plattista" que tiene la Helms-Burton, esa resolución está en el medio de cualquier real propósito de reconstruir una Cuba libre y soberana y no puedo considerar la aceptación de una novísima Enmienda Platt, esa fue una etapa superada hace más de 70 años, y no se corresponde con el visionar de nuestro futuro.
Pero entonces qué es lo que estás proponiendo, qué alcance tiene esa proposición, quiénes se beneficiaran, y quiénes se perjudicaran, y cuál es ese "interés nacional de última instancia".
Considero que dentro de cualquier estrategia ha desarrollar estas preguntas deben ser previamente respondidas, en particular la última, difícil tarea para cualquiera.

sábado, 3 de enero de 2009

“¡Todos a bailar y gozar con la Sinfónica Nacional!”


[publicado originalmente en E. Ichikawa]

Waldo Acebo Meireles.

En un país como el nuestro: hiperbólico, kafkiano, surrealista, y no se cuantas cosas más, la frase del título no tiene en realidad nada de sorprendente, por otra parte les aseguramos que no fue pronunciada por ningún delegado de kurtura de la provincia de Pinar del Río, famosa por otras genialidades, en este caso el honor, según mis mejores fuentes, corresponde a un municipio de Las Villas, Pero quién y dónde lo dijo es de menor importancia, lo importante es lo que implica.

¿Por qué no bailar, y mejor aún, gozar con la Sinfónica Nacional? Quizás podamos bailar con El Danzón de Aaron Copland, aunque lo veo un tanto difícil, o quizás, si somos bailarines entrenados en cualquiera de las excelsas escuelas de ballet provinciales, podríamos bailar la Séptima de Beethoven, es posible; y lo de gozar está clarinete: si nos gusta Copland o Beethoven pues gozaremos, o sufriremos, con la interpretación de la benemérita institución.

La cosa está en la hipérbole: todo un municipio, rural por cierto, gozando mientras baila con la Sinfónica, la cosa está en lo kafkiano: el delegado de marra recibió la orientación que más o menos diría “próximo viernes 23 recibirán la orquesta sinfónica nacional, prepara condiciones y no se te olvide la divulgación del evento” y ¡allá te va eso! él no sabe quién, ni cómo, pero viene y hay que actuar. Finalmente imaginémonos por un momento la bucólica población danzando alucinadamente en el parque a los compases de Mozart, o cualquier otro, Chagall se hubiese quedado patidifuso ante el espectáculo.

Pasemos a cosas más concretas. Cómo un pueblo perfectamente entrenado en desatar nudos kafkianos [que no son los gordianos] pero no en los intríngulis de la economía de mercado real, [que no es la de merolicos y afines] asumirá las apremiantes demandas de la economía competitiva del mundo real. Qui lo sa.

Una población con el adiestramiento adhoc para interpretar un mundo surreal, donde nada es lo que parece ser, tendrá que enfrentar un mundo real, donde las cuentas hay que pagarlas, la educación es costosa pero ahí están los maestros, los libros, las aulas adecuadas, etc.; la medicina y el mantener la salud implica gastos considerables, pero hay medicinas, los MRI son caros pero están disponibles, así como las camas de los hospitales [incluso hasta con sabanas]. Terrible situación.

Y por último, un pequeño, empobrecido y bastante maltratado país acostumbrado a que las mejores playas, los mejores peloteros, las vacas más productivas, el mejor ron, la mejor azúcar, las mujeres más sabrosas, el cielo más azul, las mejores vacunas, los helados más exquisitos, y un infinito etcétera que incluye, entre otras menudencias, partidos inmortales, dirigentes omnisapientes, soluciones para todos los problemas mundiales y otras manifestaciones del ombliguimo nacional; y de pronto ese país descubre, ¡ojalá que lo descubra!, que en realidad nada era exactamente así, en realidad no era ni parecido.

¡Qué trauma! ¡Qué golpe a nuestro incongruente orgullo nacional! La desmesura, la hipérbole, la soberbia, la inmodestia constituida en patrimonio nacional, la infalibilidad papal en manos de cualquier funcionario de décima categoría. A esta nación traumatizada ya, por muchas razones, se le añadiría este nuevo desdén, este menoscabo a su ser.

Es para llorar, va a ser necesario verter directamente en los acueductos el antidepresante más barato que se encuentre en el mercado internacional, posiblemente producido en China, aunque el que produce la industria farmacéutica cubana es el más efectivo del mundo, pero las condiciones objetivas…
Debemos agradecer al vapuleado delegado que originó la anécdota su supina ignorancia, ya que de haber tenido el ligero barniz cultural que exhiben con orgullo muchos de dichos personajes, lo más probable es que hubiese comparado superlativamente la Sinfónica Nacional con la de Berlín, Londres o Boston, y ya eso hubiese sido demasiado.