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Hialeah, Florida, United States

domingo, 27 de septiembre de 2009

Las ‘instrucciones secretas’ de Breckenridge.

Waldo Acebo Meireles

Recientemente ha aparecido en dos sites las llamadas ‘instrucciones secretas de Breckenridge’ con propósitos diferentes pero en ambos casos injustificables.

Analicemos por qué: ese documento fue publicado por primera vez, por Enrique Collazo en su libro “La guerra en Cuba” [1926], sin embargo el mismo Collazo pone en duda la veracidad de las mismas cuando apunta: “…no haber visto el original nos inclinan a la duda…” para después justificar su publicación en la conducta de las tropas de ocupación.

Collazo fue honesto al indicar que no vio el original, pero no indicó de qué fuente lo obtuvo, cómo llegó a él ese ‘documento’. Una norma elemental de las técnicas de investigación histórica es la crítica interna y externa de un documento, y cuando aplicamos esas técnicas el ‘documento’ resulta poco creíble, de entrada nadie ha visto el original y en segundo lugar las ‘instrucciones’ a pesar de los que diga Collazo no se reflejaron en las acciones previas, durante y después de la intervención, por demás Breckenridge un oficial encargado de la inspección del Ejercito no tenía, ni podía tener entre sus funciones el de aleccionar al General Nelson A. Miles, al mando de las Fuerzas Armadas de los EE. UU.

Aunque aquellos que citan esas ‘instrucciones’ presentan a Joseph C. Breckenridge como: Subsecretario de Guerra, representante del Departamento de Guerra e incluso Secretario de Guerra[1] en realidad, como ya señalamos, el era Inspector General del Ejercito [Inspector-General of the Army] y por tanto no estaba en capacidad de generar dichas instrucciones.

Para abundar en las ideas estratégicas y tácticas del General Nelson A. Miles en la guerra contra España sugerimos consultar las pags. 342-344 d el libro “Cuba's struggle against Spain with the causes of American Intervention and a Full Account of the Spanish-American War, including Final Pace Negotiations” por los autores Fitzhugh Lee, Joseph Wheeler, Theodore Roosevelt y Richard Wainwright, este libro fue publicado en 1899[2] y sí recoge documentos originales que reflejan el pensamiento del General Miles.

En la carta del General Miles al Secretario de la Guerra que en esas páginas se recoge, no hay nada ni parecido a las ‘instrucciones secretas’ y en ese documento se trazan las líneas generales de las acciones que debían desarrollar tanto el Ejército como la Marina, es más se dice algo que entra en franca discrepancia con las ‘instrucciones’ cuando señala:

“…in my judgment, a movement toward the west by capturing the ports along the northern coast of Cuba, at the eastern end supplying the insurgents with abundance of arms and munitions of war…”

En ese mismo libro pags. 498-499 aparece una reseña de las, no la podemos definir de otra forma, breves acciones en que se vio envuelto Joseph C. Breckenridge.

Por último me parece de interés señalar que entre los historiadores de la etapa republicana sólo Herminio Portell-Vilá hace una referencia de pasada de esas ‘instrucciones’ y se equivoca denominándolo Subsecretario[3].

Concluyendo, es mi criterio que dicho documento es un apócrifo que ha tenido su bonanza a partir de 1959 en Cuba, y fuera de ella, pero que nadie ha validado científicamente, sino que simplemente ha sido empleado por razones extra-históricas, ideológicas.

[1] El JC Breckenridge que fuera Secretario de Guerra, antecesor del que nos ocupa, lo fue durante la Guerra Civil para el gobierno de los separatistas del sur, los Confederados.
[2] Hay dos ediciones modernas, ambas del 2008 y están a la venta, entre otros lugares, en Amazon.
[3] Historia de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos y España, Volúmen 4 pag. 138

viernes, 25 de septiembre de 2009

Greguerías de Hialeah [X]

Waldo Acebo Meireles

Decir que la mayoría de la población de Hialeah es hispana o de origen hispano y en especial cubana, es una perogrullada de primer orden, lo interesante sería saber a partir de cuando comenzó a producirse ese fenómeno que convirtió a Hialeah en la segunda ciudad de los EE.UU. en cuanto a porcentaje de población de origen cubano, en 2008, la primera, lo cual será una sorpresa para muchos es: Westchester con un 76%, Hialeah sólo tiene un 75%.

Hialeah ocupaba en el 2000 el cuarto lugar en cuanto a totales de población hispana, con un 90%, el primero lo ocupaba East Los Angeles con un 97%, los otros lugares estaban ocupados por Laredo 94%; y Bronsville 91%, ambos en Texas.

De acuerdo al censo de 1970 la población de origen hispano casi había alcanzado un equilibrio con la nacida en el país llegando a un 44%, para el censo de 1980 pasó a un 74% alcanzando la mayoría que mantiene hasta el momento, nada parece augurar que perderá esa supremacía.

Ahora bien, ¿cuándo empezó esa penetración hispana? Los censos de 1930 y 1940 no reflejan esos datos, sin embargo para 1930 tenemos una fuente de información insospechada el Polk’s Hialeah City Directory[1] para ese año.

Según ese directorio, bastante confiable, además no tenemos otra cosa, enumera 29 personas viviendo en Hialeah con nombres y apellidos de evidente raigambre hispana, por ejemplo hay 6 Pérez, ¡qué raro! De ellos 17 hombres y, claro, 12 mujeres.

Lo más interesante es que cuatro trabajaban para la Universal Cigar Co., muy probablemente ubicada en la misma Hialeah, y ochos más aparecen catalogados como “cigar maker”, verosímilmente eran artesanos independientes, o en buen cubano: torcedores de tabaco chinchaleros.

Es decir que para 1930 un poco más del 1% era de origen latino y ahora una afirmación arriesgada: eran cubanos.


Nota: La imagen que aparece más arriba es la de unos de los folletos de promoción para la venta de parcelas, alrededor de 1920. Lo interesante es que aparece el primer lema de Hialeah: “The Gate-way to the Everglades”, en los años 30’ el lema pasó a ser: “Pacemaker of the Peninsula”; para los 40’ se utilizó el siguiente: “All Ways Lead to Hialeah” y desde los 80’: “City of Progress”.



[1] El Polk City Directory comenzó a publicarse en 1870, aún lo hacen online.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Greguerías de Hialeah IX

Waldo Acebo Meireles

El ‘boom’ en ‘real estates’ cuyas consecuencias ahora estamos disfrutando tuvo un antecedente en el ‘boom’ que se produjo al sur de la Florida en los años 20’ del siglo pasado. Hialeah tuvo una amplia e importante participación en ese proceso especulativo.

Glenn Curtiss y James H. Bright iniciaron su sociedad en el negocio de granjas de ganado vacuno para la producción y comercialización de leche. Bright tenía una larga experiencia en ese negocio y había comprado algunos cientos acres de tierra para iniciar su empresa, luego de asociarse con Curtiss se adquirió mucha más tierras con vistas a expandir la compañía, la tierra fue adquirida a bajísimos precios.

Al poco tiempo la habilidad comercial de Curtiss le indicó que el verdadero negocio no era criar y ordeñar vacas, sino la venta de parcelas en el extenso territorio que tenían en propiedad, puso en prácticas esas habilidades y empezó a promocionar esos terrenos que aunque aún un tanto anegados él los vislumbraba con un brillante futuro. Las obras de dragado y canalización iniciadas por el gobierno casualmente facilitaron ese futuro.

Se procedió a parcelar parte de los terrenos [ver más arriba imagen de esa primera parcelación], se construyó un edificio que servía de centro de recepción de los futuros compradores, un pequeño muelle en el canal y otros elementos de atracción como la efigie de Jack Tigertail de la cual hemos ya hablado, y que aparece en el sello actual de Hialeah.

Organizaron excursiones utilizando unos ómnibus adecuados para esos fines que partían de la oficina que la empresa tenía en Flagler, el otro medio de transportación utilizado fueron los barcos “Lady Lou” y “Biscayne”, que navegando canal arriba llegaban hasta Hialeah; inicialmente no existían los puentes que luego atravesarían el canal, facilitando el trayecto por tierra.

La recepción la brindaba Jack Tigertail con su atuendo tradicional, después de ser asesinado en 1922 su lugar fue ocupado por otro jefe seminola, Willie-Willie; posteriormente los vendedores comenzaban a promover las maravillas del futuro de Hialeah, y en el local de recepción, ya mencionado, se cerraba el negocio. Todo tenía un aire festivo.

Tan efectivas fueron las campañas de promoción que las parcelas se vendieron como ‘pan caliente’. Curtiss reconoció, años después, que había ganado más dinero en la venta de terrenos en Hialeah que en sus otros múltiples negocios.

El final del ‘boom’ para Hialeah fue el ciclón del 26, que arrasó con Miami dejando cientos de muertos de ellos una veintena en Hialeah. Las casas que existían para esos momentos eran generalmente de madera y buena parte de la población vivía en tiendas de campaña en la espera de la construcción de sus viviendas definitivas.

El desastre fue terrible, un testigo ocular, describía que las casas rodaban como si fuesen latas vacías arrastradas por el viento. Hasta edificios de mampostería como el banco que habían creado Curtiss y Bright fue arrasado.

El huracán coincidió con la desaceleración de la carrera especulativa y después el crack del 29 completó la tarea con la total desestabilización de la economía norteamericana, Hialeah logró mantenerse a flote gracias al juego y otras actividades no muy legales que digamos, pero de eso ya hemos hablado.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Greguerías de Hialeah [VIII]


Waldo Acebo Meireles

La vida política de Hialeah, desde sus inicios, fue bastante movida y, por qué no, divertida; por ejemplo el primer ‘mayor’ se auto-eligió después de convocar a 28 residentes a una reunión, esto ocurrió en 1924 lo cual probablemente aceleró el proceso de incorporación iniciado por los fundadores Curtiss y Bright y la creación de la ciudad en 1925 con la elección de su primer mayor [alcalde] en una elecciones en que participaron 532 votantes registrados.

Aquel auto proclamado alcalde se llamó J. H. Wendler y a los pocos días de su ‘elección’ recibió un balazo por razones ajenas a la misma, poco después protagonizó otro incidente: había publicado un artículo en un periódico que editaba y el mismo no le agradó al Ku-Klux-Klan, ello provocó que un grupo de hombres enmascarados lo asaltaran, lo embadurnaran con brea y luego lo emplumaran, este fulano no tenía muy buena suerte que digamos.

Las primeras elecciones fueron ganadas por J. P. Grethen que permaneció en el cargo de mayor por dos períodos. En 1933 fue sustituido por L. O'Quinn, ya para ese entonces el verdadero control de la ciudad estaba en manos de la banda Slayton-Hyde, a la cual se le estimaba ganancias anuales de 30 millones[1] obtenidos honradamente en negocios de apuestas, juego y prostitución. Uno de los centros en manos de estos distinguidos hombres de negocios fue el afamado, vaya a saberse por qué, ‘Club Bagdad’[2].

La situación de corrupción imperante llegó a molestar, y en particular, afectar los negocios de Ernest ‘Cap’Graham [padre del que posteriormente fuera gobernador de la Florida, Bob Graham]. Graham tenía vaquerías para la producción lechera, al norte de Hialeah, donde hoy se encuentra Miami Lakes y sus camiones de entrega de leche eran frecuentemente multados por la corrupta policía de Hialeah. La gota que colmó el vaso fue la golpiza que recibió su amigo y empleado Les Lewis.

Graham hombre de firmes convicciones decidió que él tenía que acabar con todo esto y así se lo prometió a si mismo y se lo hizo saber a los gangsters. Inició una campaña política para reformar los reglamentos de la ciudad y expulsar al mayor y al consejo completo.

A pesar de recibir amenazas de muerte, Graham siguió su campaña y para 1937 fue elegido senador del estado de la Florida, en ese año la lucha llegó a su clímax, y aunque no logró todos sus objetivos, creo las condiciones para sanear la política de Hialeah.

Años después Red Slayton le escribió una carta a Graham, desde la penitenciaría donde cumplía condena, elogiándolo como el único político honesto que había conocido y señalando que:

"You said you'd run me out of town and throw me in jail, and you kept your word."[3]



[1] En dólares actuales serían unos 3000 millones, lo cual es algo.
[2] Estaba ubicado en la esquina sureste de la 14th. Street y la 9 Ct. East y entre otras actividades se tomaban apuestas para las carreras de caballos, perros; se jugaba a la ruleta, los dados y veintiuna.
[3] “Usted dijo que me iba a sacar del pueblo y tirarme en la cárcel y mantuvo su palabra”

martes, 22 de septiembre de 2009

Greguerías de Hialeah [VII]


Waldo Acebo Meireles

Qué ideas eran las que tenían los fundadores de Hialeah, Gleen Curtiss y James Bright, acerca del destino de esta ciudad no me queda muy claro ya que estos dos hombres anidaban un genial espíritu de empresa unido a ciertas proyecciones de evidente contenido humanista. Pero fuesen las que fuesen no creo que se acomodasen al camino que tomó desde el principio.

La apertura de el hipódromo, [Race Track] el cinódromo y la cancha de Jai-alai, todos ellos vinculados al juego, las apuestas, en esos momentos aún ilícitas, sólo fueron autorizadas en 1931, las ‘slot machines’ [máquinas de jugar] fueron legalizadas en 1935, de todas estas infracciones e ilegalidades las autoridades, evidentemente, se hicieron de la vista gorda, y ello trajo consigo el desarrollo de toda una red de servicios asociadas a este tipo de negocio y lógicamente atrajo el tipo de persona vinculados a estos.

Surgieron decenas de hoteles, nightclub, ‘speakeasy’, [la “Prohibición”, ley seca, fue derogada en 1933] y aunque no encontramos ninguna referencia exacta, aunque sí indirecta, suponemos que existían más de un prostíbulo.

Uno de los centros nocturnos más renombrados aparece en la ilustración más arriba: The Follies[1], donde siguiendo la tradición de este tipo de lugar las coristas, cantantes y vedettes dejaban entrever buena parte, la mejor, de su humanidad, mientras los parroquianos disfrutaban el ‘Hialeah rye’, servido en tazas de te, como si con ello engañaran a alguien.

El Hialeah rye se convirtió en la norma de los ‘moonshine’, en Cuba diríamos ‘chispaetren’, para el sur de la Florida. Es probable que los caldos primarios proviniesen de la Pennsilvania Sugar Company [Peensuco] el ingenio azucarero estaba en las cercanías de Hialeah, hacia el noroeste y los campos de cañas llegaban hasta las proximidades del pueblo.

Hialeah era una anticipación, en pequeña escala, de Las Vegas actuales y ello tendría consecuencias de las que hablaremos en otra ocasión.

De la presencia de Al Capone, uno de los más conspicuo visitantes de Hialeah, un testigo ocular dejó esta descripción:

“…rodeado de enjoyadas prostitutas, y con sus binoculares, recibía a serviles aduladores que se agolpaban para estrecharle la mano, un verdadero Sha de Persia… ¡Dios mío!”

[1] El edificio de The Follies, ya desaparecido, es un ejemplo del estilo ‘revival mediterraneo’ y el estilo ‘mision’ que era el que los fundadores consideraban que debían tener las construcciones en Hialeah, a diferencia de Miami Spring que debería ser en estilo pueblo y Opalocka que sería árabe. Estas fueron las tres ciudades que ellos fundaron.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Greguerías de Hialeah [VI]

Waldo Acebo Meireles

Los flamencos sin ser el ave oficial del Estado de la Florida, la oficial es el sinsonte, es sin embargo en la imaginación popular, una especie de icono de la Florida. Los vemos representados en múltiples souvenirs, en diversas imágenes que simbolizan el territorio. Incluso en muchos jardines vemos estas aves modeladas en plástico, un tanto ‘kitsch’, pero para gustos…

Lo simpático del asunto es que los flamencos no son originarios de la Florida, ni se han reproducido con facilidad en este territorio. Los primeros 50 fueron introducidos por James H. Bright, uno de los fundadores de Hialeah, que consideró que esas magnificas aves tendrían un excelente marco en el Hialeah Race Track que él había construido.

Esas primeras aves fueron importadas de Cuba, al igual que las palmas reales que adornan el sitio. Llegaron, revisaron el estanque que se les había construido en el centro del circuito de la pista de carrera, miraron hacia las graderías construidas en un pomposo estilo mediterráneo, estiraron las alas, despegaron y hasta Cuba no pararon.

Las relaciones de Bright con Cuba al parecer se remontan a cuando decidió introducir la hierba paraná, originaria de África pero que se daba muy bien en Cuba, era ideal para los inundados terrenos que había adquirido en la futura Hialeah con el propósito de criar ganado lechero. Esa hierba, conocida aquí como ‘paragrass’, deja actualmente millones de dólares en perdidas ya que bloquea canales, drenajes, etc., es considerada una planta invasora. No siempre las cosas salen del todo bien.

Bright no era hombre que se amilanase ante los problemas, ya había reconstruido la gradería del hipódromo arrasada por el ciclón del 26, así que esos pájaros no le iban a ganar la partida tan fácilmente. Mandó a traer cien más y comisionó a un hombre la tarea de mantenerles las alas cortadas, y se sentó, es un decir, a esperar que los flamencos se olvidaran de Cuba y se decidiesen a procrear y a establecerse de manera permanente.

Tuvo que esperar cinco años a que el primer huevo fuese empollado, el 6 de julio de 1937 nació el primer pichón de flamenco, no sobrevivió más de tres meses. Dos años después nacieron 32, y estos mayoritariamente sobrevivieron, hoy la población de flamenco ronda los 300 y cuestan unos mil dólares semanales su mantenimiento y peculiar alimentación: mariscos, que serán flamencos pero no bobos.