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sábado, 28 de febrero de 2009

No juega el número con el billete

Waldo Acebo Meireles

Un reciente trabajo publicado en el “El Nuevo Herald” por el Sr. Jorge Salazar-Castillo brinda la cifra de $1,500 millones de dólares anuales enviados a Cuba, como remesas en efectivo y en especie, las llamadas
“remesas familiares” enviadas por los cubanos que fundamentalmente residen en EE.UU.

Además señala que “el 48 por ciento de la población las recibe”. No se indica de donde salió esta cifra y a mi me resulta exagerada. Francamente a mi me resultan en extremo dudosas estas cifras, con todo el respeto al Prof. de economía, FIU.

Veamos por qué: La población cubana es de unos 11 millones aproximadamente, supongamos, ya que todo esto pienso que son suposiciones, y más suposiciones, que el 48% de esa población recibe esos $1,500 millones, de ser así resulta que 5.2 millones de cubanos recibirían anualmente $288.

Es decir que una familia de 4 personas recibiría $1152 dólares anuales Confieso que jamás conocí a nadie que recibiese semejante cifra, y ella es un promedio, es decir que habría quien recibiese $100 y otros decenas de miles. No, no me parece realístico. O como decíamos por allá: “No juega el número con el billete”.

Por otra parte resulta también dudoso que la economía cubana sea capaz de generar bienes de consumo para absorber esa cifra de $1,500 millones, que convertidos a CUC son $1,200 millones a pesar de los precios super inflados de las tiendas que venden en moneda fuerte. Por tanto lo más lógico es suponer, otra suposición, que se está produciendo un atesoramiento, en más o menos pocas manos, que puede llegar, o ya estar, en cifras millonarias. ¿Interesante, eh?

Veamos las cifras desde acá: De acuerdo al Censo del 2000 en EE.UU. vivían en esa fecha 842 mil personas nacidas en Cuba, aceptemos las cifras que da el Reporte Anual del Director Nacional de Inteligencia de los EEUU, que evalúa la entrada de cubanos, legales e ilegales, en 35 mil anuales, eso nos permite suponer que la cifra actual de cubanos anda por 1 millón 120 mil cubanos, algunos de más o de menos. Supongamos ahora que de ellos (agregamos otra suposición) la mitad realiza envíos a sus familiares en Cuba (es una suposición más que generosa) por tanto cada una de esas dadivosas personas realizan un envío anual de $2,678.57 de los cuales $1,478.57 lo realizan de manera ilegal de acuerdo a las regulaciones aún existentes. Es decir que el 50% de los cubanos residentes en este país violan las leyes diseñadas para combatir el castrismo. Otro interesante asunto a tomar en cuenta.

Una vez más me veo obligado a confesar que por acá no conozco a nadie que envíe una cifra ni cercana a esta. Consideremos además que siendo este un promedio habrá quien envíe $100 y otros decenas de miles. Nada realístico… tampoco juega el número con el billete.

Además, y partiendo de todas las suposiciones anteriores cada uno de los cubanos de por acá que envían remesas a Cuba se la hacen llegar a 9.3 cubanos de por allá. También es una suposición irreal.

Por último debemos considerar que de acuerdo al Censo 2000, los ingresos de los cubanos de por acá son de $17,273 como promedio, por tanto esos benevolentes cubanos se desprenden de un 15.5% de sus ingresos, también como promedio, sin contar los gastos de envío que varían según la agencia o ‘mula’ utilizada; más que un diezmo, ¡qué lástima que no puedan descontarlo de sus taxes!

Con independencia de que al parecer tantos mis amigos, conocidos y familiares aquí, como allá, no encajan en estos presupuestos estadísticos, lo cual puede ocurrir, aunque no sea probable, considero que lo único real en todo esto es que estas cifras son altamente dudosas.

viernes, 20 de febrero de 2009

Cinco días de Gómez en La Habana


Waldo Acebo Meireles


Durante la campaña de Gómez en La Habana, conocida como la “La lanzadera” por la forma genial en que burló, por medio de marchas y contramarchas, el ejército español en una provincia estrecha y con excelentes comunicaciones que permitían a España movilizar sus ejércitos en la persecución del escurridizo Gómez; que combatió y operó en toda la Habana. Nos referiremos aquí solamente a las acciones entre el 10 y el 14 de enero de 1896. Cinco días de una campaña que duró 43 ocupando o tomando poblaciones como Güira de Melena, Alquízar, Ceiba del Agua, La Salud, Bejucal, Tapaste, Caimito del Guayabal y San Antonio de Las Vegas. Y decenas de combates: Nazareno, Moralitos, Santa Amelia, San Antonio de Pulido, Ingenios Mi Rosa y Fajardo, San Agustín de Mosquera, central Santa Lucía, Ingenios El Pilar y Cañas, acción de La Luisa y La Luz., San Nicolás, etc.



La batalla de “Mi Rosa” y “San Agustín” en Quivicán se produjeron en los ingenios de esos nombres, el “San Agustín” desapareció a inicio del siglo XX y estaba enclavado en donde hoy está el barrio del mismo nombre; el “Mi rosa” pasó a llamarse “Occidente” después “Pablo Noriega”, actualmente desactivado.

Gómez acampó en “Mi Rosa” el 10 de enero de 1896 con unos dos mil hombres, conocido esto por el general Martínez Campos envió una comunicación a las tropas que se encontraban en Bejucal para que marchasen contra el ejército mambí, a su vez el jefe de las tropas españolas le solicitó ayuda a las tropas de Güira de Melena, entre ambas contaban con mas de tres mil hombres apoyados por dos piezas de artillería. El combate ocurrió el día 11 con grandes perdidas por los españoles y 12 muertos y 56 heridos en las filas mambisas.

En Quivicán, que era un pueblo fortificado, se les unió Cristóbal Pérez y Emiliano Delgado con unos 20 hombres a su mando, con los cuales el Generalísimo decidió formar un regimiento con el nombre de Quivicán.

Luego de una aparente retirada al sur Gómez se dirigió al norte, toma un tren con pertrechos y lo incendia; el día 12 acampa en el ingenio “Fajardo” [Comandante Manuel Fajardo actualmente], ocupando el poblado de La Salud al día siguiente donde es aclamado y vitoreado, además los vecinos le entregan algunas armas y unos 3000 cartuchos, lo cual viene muy bien después del combate de “Mi Rosa”.

Ese mismo día 13 las fuerzas mambisas penetran en Bejucal, pero aquí las fuerzas españolas han construido fortines y han preparado la defensa de la población; se desarrolla así un combate por la toma de Bejucal que ha dado lugar a variadas leyendas sobre la actitud de Gómez en ese enfrentamiento. Analicémoslas:

Es creencia de muchos, entre ellos los mismos bejucaleños, de que Gómez mandó a quemar el pueblo enfurecido por haber sido rozado por una bala disparada desde el segundo piso de una casa, que incluso ubican con exactitud, y esto ocurrió después de haber sido tomado el pueblo, sólo gracias a la solicitud de un maestro con sus alumnos Gómez desistió de castigar la población con la tea incendiaria.

¿Qué hay de cierto en este relato, mejor llamarlo leyenda? Como en toda leyenda o mito popular hay elementos reales, hay aspectos que sino son exactos se acercan a la realidad, hay cuestiones que podrían concordar con los hechos narrados, pero hay también mucho de imaginación popular, de adorno e incluso, en ocasiones hasta un poco de propaganda, de aquella época, anti-Gómez.

Es cierto que Gómez era de carácter rápido y violento, también lo es que no se detenía ante la necesidad de “dar candela” cuando ello tenía un sentido o significado militar; es cierto también que fue herido, pero no dentro de Bejucal, ni tampoco ese día, lo del maestro y sus alumnos fue un hecho evidentemente real.

Comencemos por lo de la herida: Benigno Souza[1] hace un relato de segunda mano, ya que el no estuvo allí, señalando que a Gómez le hicieron un disparo desde la azotea de la fonda “Bejucal”, una construcción de dos plantas que aún existe en la esquina de las calles 9 y 16 que fue el lugar donde nació Félix Pita Rodríguez años después, y que se encuentra en bastante mal estado[2], y ese disparo casi lo mata, como pudieron matarlo en miles de otra ocasiones en la guerra, pero no dice Souza que lo hayan herido. Por otra parte Bernabé Boza[3], que sí estuvo allí, y que era el jefe de la escolta de Gómez, narra: “también desde algunas azoteas y balcones nos hostilizaron” pero no dice nada de herida, ni de que casi matan a Gómez; sin embargo si anota en su diario la herida del día 14[4], en las proximidades de Bejucal, posiblemente, en la zona de Govea, entre Bejucal y San Antonio de los Baños.

Sobre el incendio de Bejucal, en primer lugar no hubo tal incendio del pueblo, sino como señalan los cronistas mencionados, se mandó a incendiar las casas que rodeaban el lugar donde se había hecho fuerte un teniente español, con un contingente de soldados. Este lugar era la cárcel anexa al Ayuntamiento que se encontraba frente a la plaza principal , este edificio aún existe en las calles 13 entre 10 y 12, donde reside el Museo Municipal y otras dependencias. Esta medida fue tomada por Gómez después de intentar rendir a los soldados mediante “una señorita que valientemente se ofreció a él para llevar la propuesta” y negarse los mismos. Es decir que ello se debió a una razón militar, rendir al enemigo, lo cual no sería fácil, debido a lo fortificado del lugar, para el ejercito mambí escaso de municiones y carentes de artillería, y por tanto costaría vidas a los cubanos.

Por ello se ordena el incendio y no por la cólera de Gómez o por un afán incendiario. Cierto es que Gómez utilizó la “tea incendiaria” en la Guerra económica-militar contra España, pero siempre lo hizo con cierta repugnancia hacia un método necesario pero cruel y destructor de bienes, veamos algunos ejemplos de su pensamiento:

“La ruina, la desolación del país, el hambre, más se le debe a España que a la Revolución. Ella, la Revolución, no ha hecho más que quemar cañas, y eso al ingenio que quiso hacer zafra. La ley fue terminante y clara. Pueblos destruidos como las Tunas, los quemó España…”[5]

“… destruirá y quemará todos los fuertes y atrincheramientos y demás medios de defensa que existan en dichos poblados sin destruir las casas que no puedan servir al enemigo…”
[6]

Considero que la muestra es suficiente para dejar en claro que nunca pudo ser objetivo del Generalisimo quemar a Bejucal en un rapto de cólera.

Es necesario considerar, a la luz de los hechos, otros aspectos de la breve estancia de las tropas mambisas en Bejucal y ello es la actitud de la población hacia Gómez y las tropas mambisas en general. En la “leyenda” ya descrita hay un hálito, un ligero toque de que se produjo cierta resistencia y rechazo de la población bejucaleña hacia los revolucionarios, pero ello carece en lo absoluto de base histórica. Hubo resistencia, pero de las tropas españolas que se habían hecho fuerte en el pueblo después de su derrota en la batalla de “Mi Rosa”, igual ocurrió en otras poblaciones como por ejemplo Güira de Melena, y ello no indica animosidad de la población. Además como ya señalamos una joven bejucaleña, a riesgo de su vida, se ofreció a solicitar la rendición del fortín español.

Por otra parte, y de esta afirmación hay documentos probatorios en las Actas del Ayuntamiento, se produjo un proceso, velado por razones políticas, en contra del alcalde Isidro Zertucha el cual fue enviado a la cárcel por brindar ayuda a los mambises; también Francisco Campos Marquetti concejal y propietario de la ‘botica’, que aún existe en la intersección de las calles 9 y 14, fue expulsado del cargo consistorial.

Campos Marquetti suministró medicinas y curó a los mambises heridos, se supone que también brindó ayuda económica y el Estado Mayor radicó en su casa, una bella casona colonial, en la que hoy radica el Palacio de los Matrimonios, en la calle 14 entre 9 y 11. Es muy probable que Gómez fuese abordado a la salida de esa casa por el maestro y los alumnos, ya que la escuela se encuentra a pocos pasos de la casa de Campos Marquetti, esa escuela aún existe con el nombre de “Los Pioneritos” en la esquina de 14 y 11, en la misma calle donde radicó el Estado Mayor mambí.

Un último aspecto, porque da la medida moral y humana de Gómez así como su fuerte carácter. Veamos cómo él relata su entrevista con el maestro:

“Cuando aquel hombrecito me hablaba y veía yo por detrás, apiñados en la puerta, tantas cabecitas inquietas, que con los ojos de asombro y de miedo esperaban mi resolución, me sentí vencido por esas cabecitas inocentes, las cuales me pedían clemencia y ordené que suspendieran el incendio... Aún me siento conmovido cada vez que recuerdo este episodio, y el efecto que en mi ánimo hicieron esas cabecitas hermosas y puras de aquellos niños”[7]

Bernabé Boza, su jefe de escolta, lo relata de la siguiente forma:

“... un grupo de niños saliendo de un colegio, se adelantó suplicante y con las manecitas extendidas hacia el general. Aquello fue más fuerte que el ‘Viejo’; dos gruesas lágrimas rodaron por sus curtidas mejillas y... ¡Corneta! Toque llamada y marcha a la carrera. ¡Vámonos de este pueblo y que nadie toque nada aquí!, dijo. Y clavando las espuelas a su caballo, calándose hasta los ojos el sombrero, echando rabia y candela por todos los poros se salió de Bejucal, seguido de todas las fuerzas. Al llegar frente al paradero del ferrocarril, tropezó con el sargento Barrera (...) quién estaba desmontado arreglando su montura y creyendo (Gómez) que estaba allí ‘raqueando’ [*] algo, le dio una buena entrada de planazos.”

“... Vinimos a acampar como a una legua del pueblo. Ya acampados en precioso y cómodo lugar al General en Jefe, que estaba inaguantable por lo que consideraba un fracaso, se le antojó mudar el campamento. Hizo colgar su hamaca entre dos árboles, y envolviéndose en su capa, se echó en ella sin hablar ni permitir que nadie le hable una palabra”
[8]

Fue a la mañana siguiente, cuando mandó a dirigirse nuevamente a Bejucal ya que había entrado en el pueblo una fuerte columna española, que fue herido. Copiamos estos largos fragmentos porque nos dan la imagen completa de Gómez: Sentimental y tierno ante los niños; colérico ante lo que consideró una indisciplina; huraño y de mal genio ante los hombres por lo que estimó una derrota al no haber podido tomar la guarnición de Bejucal.

De cualquier forma, y resumiendo, podemos decir que las tropas mambisas tuvieron una acogida favorable en toda La Habana, en Quivicán se les unió una partida; en la Salud fueron aclamados y se les entregó pertrechos de guerra y en Bejucal recibió apoyo y ayuda de la población. Hechos similares ocurrieron a lo largo de toda la campaña de “La lanzadera”, y no existió un solo caso de quema de una población o ingenio.



[*] Nota: ‘raqueando’: según Esteban Pichardo, en su “Diccionario Provincial...” es una voz cubanizada del inglés ‘rake’ que significa la acción de buscar y coger fraudulentamente las cosas perdidas en un naufragio. Por tanto esta voz probablemente evolucionó desde fines del siglo XVIII o inicios del XIX al momento que Boza la utilizó, a inicio del XX, para designar algo así como ‘forrajear’ o más modernamente ‘inventar’, ‘resolver’; es decir hurtar, tomar cosas abandonadas, o a la desprevenida. La palabra rake actualmente no tiene ese significado en inglés, sin embargo en el Webster Dictionary de 1913 rake aparece relacionada con ransack que significa saquear. De cualquier forma el spanglish evidentemente tiene largas y añejas raíces.


[1] En: Benigno Souza.-Máximo Gómez el Generalísimo. Ed. Ciencia Sociales. Habana, 1972
[2] Quizás esa construcción ya no exista
[3] En: Bernabé Boza.- Mi diario de Guerra. Ed. Ciencias Sociales. Habana 1974
[4] Es de destacar que a lo largo de casi 14 años de combates Máximo Gómez sólo sufriese dos heridas, la primera en la “Guerra de los Diez Años”, en el cruce de la Trocha, un disparo que le atraviesa el cuello y el otro un disparo a sedal en la rodilla, en ambos casos su actitud es inusitada, en la primera herida barboteando sangre manda a tocar la Marcha de la Bandera y continua el avance sobre la Trocha, en el segundo, se acerca a Boza y le dice al oído que está herido, pero que no lo diga a nadie ya que es muy leve, con una serenidad que dejo al el general Boza sorprendido.
[5] Máximo Gómez.- Cartas a Francisco Carrillo Ed. Ciencias Sociales La Habana 1971 Pag 217
[6] Máximo Gómez. Idem Pag 243
[7] Benigno Souza.- Op. Cit. pags 239-240
[8] Bernabé Boza.- Op. Cit. pag 132

domingo, 15 de febrero de 2009

El fracaso del sistema educacional cubano

Waldo Acebo Meireles

El deterioro en la educación cubana ya es tan evidente que la crítica se hizo pública por alguien del cual quizás no se podría esperar, Alfredo Guevara, que en una intervención en el VII Congreso de la UNEAC señaló:

“¿Puede la escuela primaria y secundaria y el pre (preuniversitario), tal y cual han llegado a ser, regenteadas por criterios y prácticas descabellados e ignorantes de principios pedagógicos, sicológicos elementales, y violadora de derechos familiares, ser formadora de niños y adolescentes, y por tanto fundar futuro?” “Jamás podrá construirse con solidez a partir de dogmas, empecinamiento, desconocimiento de la realidad real o ignorando los mensajes alertadores de la experiencia y de los ciudadanos”

Se le puede contestar a Guevara que no, que con una juventud, no formada, sino deformada por un sistema que, como él plantea, violó los derechos familiares y ha sido, y continua siendo, regentada por prácticas descabelladas no es posible construir el futuro que deseamos para la patria.

El penúltimo estertor del sistema educacional cubano, tan elogiado y admirado por aquellos que no conocen en realidad lo que está pasando con la educación de nuestros jóvenes, son los llamados ‘profesores generales integrales’, con ello se eliminaron las cátedras, los profesores especializados, ahora son dos grandes grupos de asignaturas: Ciencias y Humanidades. Esto que pudiera ser interpretado como una opción lógica en la búsqueda de la integralidad de las materias, lo cual estaría en correspondencia con ciertas teorías y movimientos pedagógicos contemporáneos, en realidad sólo pretende reducir el número de profesores necesarios en cada centro docente, y así ‘aliviar’ la insoluble demanda de maestros y profesores.

El origen de esta debacle la tenemos que ir a buscar al instante en que las Escuelas Normales fueron cerradas, a inicio de los años 60’, y se empezó a buscar soluciones más sobre la base de la preparación ideológica y la corrección política que en la preparación pedagógica y psicológica. A partir de ese momento el déficit de maestros y profesores fue una constante en la problemática educacional cubana. Y junto con ello el deterioro cada vez más agudo en la formación de los docentes que se enfrentaban a sus alumnos con menos capacidad y madurez profesional.

Maestros Voluntarios, luego los ‘Makarenkos’; los maestros emergentes, los planes acelerados de titulación; el Destacamento Pedagógico y así en declive cada vez más acentuado, hasta este último ‘invento’. El sistema se ha agotado, no es viable, es un total y rotundo desastre. Se retomaron las ‘teleclases’ que fracasaron a finales de los años 60’, ahora las llaman ‘videoclases’, con los mismos resultados, objetivos que no son comprobados, ni controlados; contenidos que se quedan en el limbo; aspectos básicos que no son atendidos y la desaparición total de cualquier forma de atención a las diferencias individuales de los alumnos que reciben esa ‘enseñanza’ masificada al absurdo y ajena a los más elementales principios pedagógico y didácticos.

Qué se puede esperar de un sistema que pretende formar a sus profesores, en los Institutos Pedagógicos, a partir de ideas rectoras como las siguientes, las mismas están tomadas del currículo para la formación de los profesores de Ciencias Humanísticas:

-Sólida preparación política e ideológica basado en los principios de la
ideología de la Revolución Cubana: Martiana, Marxista y Fidelista
-Portadores de los valores humanos y revolucionarios que requiere nuestra
sociedad.
-Poseedores de una cultura general integral con base humanista, que les
permitan tomar decisiones sobre su vida política en correspondencia con las
necesidades sociales del país y propicien su propio desarrollo humano.

Es el mismo esquema, el mismo dogma que viene aplicándose desde el inicio, que no ha dado resultados pero que se continúa aplicando sin tomar en cuenta las experiencias acumuladas, los resultados reales.

Y esos resultados ya empezaron a llegar a las escuelas de Miami, esos alumnos que con la edad requerida y las credenciales correspondientes, emitidas por las escuelas cubanas, que certifican su nivel de escolaridad, pero que sin embargo, cuando son sentados en un aula, por ejemplo, de 2do.Grado, son incapaces de leer, claro está en español, no se le pide más. O son totalmente ineptos para efectuar operaciones matemáticas elementales, no saben lo que es un quebrado, y así con el resto de las habilidades y conocimientos que se supone deberían tener.

Mientras tanto en Cuba José R. Fernández [el gallego] convertido en una especie de supra-ministro de Educación lo han hecho responsable de esta “tarea de choque” estrechamente vinculada a la llamada ‘batalla de las ideas’, y se debate infructuosamente tratando el elevar la calidad de las clases que imparten estos profesores emergentes.

Ahora estos jóvenes reciben ayuda de maestros y profesores que estando retirados los reclutan para sin perder los beneficios, es un decir, del retiro impartan tutorías dos veces a la semana buscando elevar los conocimientos de estos alumnos-profesores. Tarea realmente imposible en los plazos disponibles. Situación esta que se agrava en La Habana que depende incluso de jóvenes venidos de otras provincias que viven en condiciones que en nada resultan estimulantes de actividades intelectuales.

Esos son las realidades que esas organizaciones internacionales que colocan a Cuba como un ejemplo a seguir, ignoran, o prefieren ignorar. Pero esa es la situación real y los que están pagando por este desastre son los niños y jóvenes cubanos, aquellos para los que supuestamente se ha creado todo el politizado e inoperante andamiaje educacional cubano, que en la práctica se ha devorado a si mismo y ha comprometido el futuro de la nación.

Sobre las tierras ociosas.

Waldo Acebo Meireles

Consideré necesario añadir algunos argumentos al artículo de Osmar Laffita Rojas aparecido parcialmente en este blog. El artículo de Laffita deja varias cosas claras, entre ellas los datos que señala evidencian el serio problema de las tierras ociosas, que yo prefería llamarles: abandonadas, ya que los ociosos son los que debieron cultivarlas. Esos datos no dicen que de las tierras directamente en manos del estado el 50% están abandonadas, y sólo el 15% de la que están en manos de los pequeños agricultores, se pueden considerar como abandonadas o no puesta en producción.

Sin embargo esos pequeños agricultores, con todas las limitaciones que tienen para la adquisición de los insumos necesarios, con precios a sus producciones desestimulantes, producen más del 65% de la producción agropecuaria nacional, de ellos el 95% del tabaco; el 71% de la carne porcina; el 60% de las viandas y tubérculos; el 62% de las hortalizas; el 88% de los granos y el 60% de las frutas, y esta información es la ofrecida oficialmente.

Esperar que el Decreto-Ley 259 resuelva estos problemas es, por decir lo menos, ingenuo. Un breve análisis de ese Decreto nos dará la razón. Veamos:
Ya en su primer artículo, por no señalar desde el título del decreto, se presenta el primer problema: ARTÍCULO 1.- Se autoriza la entrega de tierras estatales ociosas en concepto de usufructo a personas naturales o jurídicas, las que serán utilizadas en forma racional y sostenible de conformidad con la aptitud de uso del suelo para la producción agropecuaria. Es decir que la tierra será entregada en usufructo y no en propiedad, con lo cual de hecho limita la utilización productiva y económica de la tierra. Quién va a invertir capitales en una tierra que no es de su propiedad y sólo la posee en usufructo.

En el segundo artículo se define el alcance temporal del usufructo cuando se señala: El usufructo concedido es por un término de hasta diez (10) años y podrá ser prorrogado sucesivamente por términos de hasta diez (10) años para las personas naturales… Cualquiera que tenga una mínima idea del tiempo necesario para que una inversión capital en la agricultura, por ejemplo la creación de acequia, solo se recupera al cabo de 2-3 años, comprenderá que el término de 10 años, aunque prorrogables, es una limitación en el orden económico y por ende tecnológico.

El decreto establece otra limitaciones como es la del máximo de tierra que se le puede entregar a una personal natural: 13.42 hectáreas, es decir una caballería, que pueden ser, en casos que el decreto no deja aclarado, elevada hasta 3 caballerías. Determinadas producciones no son rentables, ni incluso factibles, con esas limitaciones, por ejemplo la producción de leche.

Por último pero no finalmente, en sus “Disposiciones Finales”, deja un aspecto básico a definir en 30 días, el cual es el Reglamento para la aplicación de ese Decreto, de ese Reglamento no sabemos nada, absolutamente nada, aunque ya empiezan a aflorar condicionales como las de que el presunto usufructuario debe demostrar poseer loa aperos y medios necesario para poner a producir la tierra, y los mismo sólo pueden ser adquiridos en pesos convertibles [CUC].

Quedó también pendiente el impuesto que gravará esa posesión, y el volumen del mismo puede hacer irrentable ese usufructo, sin considerar el precio inflado de los insumos y los deprimidos a la producción obtenida.

Como ya señalé en un artículo anterior en Cuba es necesaria una nueva reforma agraria pero este Decreto 259 no es ni por asomo lo que se necesita y esperar algo positivo del mismo es una ilusión que se convertirá en desengaños, una vez más. La situación agraria de Cuba es reversible y lo podría ser a corto plazo, para ello es necesario romper con los esquemas ideológicos de un socialismo inoperante, pero esa no es una tarea que, al parecer, quieran emprender los actuales gobernantes.

jueves, 12 de febrero de 2009

La espiral del desastre

Waldo Acebo Meireles

Desde hace algún tiempo ha empezado a llegar a las escuelas miamenses la resaca del desastre educacional cubano. Niños que son matriculados a su llegada a este país en 2do o 3er grado, porque esos son los niveles que muestran en los documentos que traen consigo y que malamente logran leer, en español por supuesto, un texto simple. O son incapaces de efectuar operaciones matemáticas elementales, no saben que es un quebrado, y así con el resto de las habilidades y conocimientos que deberían tener dada su edad y los certificados emitidos por las escuelas cubanas.

Pronto, muy pronto, los negativos resultados de la educación cubana van a hacer mella en un aspecto que favorecía al inmigrante cubano en relación al resto; y esto es la preparación técnica, u otra, conque el cubano recien llegado se presentaba en el mercado laboral a competir por una plaza. No es lo mismo tener la preparación de un técnico medio, o incluso de un graduado universitario, cuando se está solicitando una plaza que quizás a lo sumo lo que requiera es un mínimo de calificación. El inmigrante cubano tenía todas las de ganar.

Pero esa situación va a cambiar cuando los títulos, del nivel que sea, no se correspondan a las reales habilidades y conocimientos necesarios para desempeñar determinada posición, cuando al empleador le ocurra lo mismo que al maestro de primaria, es decir cuando comprenda que una cosa es lo que dice el papel y otra la realidad. ‘Que una cosa es con violín y otra con guitarra’.

Hace unos pocos años atrás los alumnos, tanto de primaria como del nivel secundario, que llegaban de Cuba a este país transitaban con facilidad e incluso con destacado éxito el sistema educacional que aquí encontraban. Su único problema era el idioma y eso se resolvía con mayor o menor dificultad con las clases de ESOL [English for speakers of other languages]. La adaptación de los alumnos de procedencia cubana se producía generalmente sin ningún traumatismo. Ya no es lo mismo.

¿Qué ha pasado? ¿Cómo es posible que en unos pocos años se haya producido esta catástrofe? ¿Qué factores han determinado esta penosa situación?
Las raíces de esta situación parten desde 1960. En ese año se cerraron las Escuelas Normales y se hizo el llamado a la formación de los Maestros Voluntarios los cuales iban a cubrir las aulas hasta en los más recónditos lugares del país. La formación que esos jóvenes recibieron en distintos campamentos en la Sierra Maestra no fue la más adecuada desde un punto de vista magisterial, pero sí ideológicamente. Los jóvenes que se incorporaron a los distintos destacamentos provenían de una reserva de graduados de bachillerato o escuela técnicas, que por diferentes razones no habían continuado estudios o no estaban empleados, eran parte de un fondo de valores materiales e inmateriales que se despilfarraron en pocos años..

Eran grupos con adecuado nivel de preparación en materias generales lo cual facilitaba su posterior labor en las aulas, aunque en la práctica muchos de ellos jamás entraron a un aula realizando las más diversas funciones en campos ajenos a la educación en muchos casos. El gobierno estaba hambriento de personas de probada condición ‘revolucionaria’ y quienes más probados que estos maestros en cierne que habían ascendidos tres veces el Turquino, por aquellos años prueba máxima de solidez ideológica. La espiral del desastre dio su primer giro descendente.

Poco después se abrió en el mismo escenario montuoso la Escuela de Formación de Maestros ‘Anton Makarenko’, que se nutrió de igual forma de jóvenes con una buena preparación heredada del pasado republicano, sin embargo las difíciles condiciones en que tenían que realizar sus estudios, la lejanía de sus hogares, los métodos disciplinarios extremos, llevaron a que mucho del entusiasmo inicial de estos jóvenes se esfumara produciéndose el fenómeno de las deserciones [los rajaos] problema que trataron de solucionar aplicando métodos aún más coercitivos.

Finalmente movieron la Escuela para instalaciones provisionales en Tarará, pero ya el daño estaba hecho pocos jóvenes deseaban ser maestros y los requisitos de captación fueron disminuyendo hasta que con sexto grado se entraba a esa Escuela. La espiral del desastre dio otro giro descendente.

La explosión demográfica de los años 60’ comenzó a presionar en la enseñanza primaria ya para la segunda mitad de esa década, eran necesaria más aulas o se incrementaba de forma inaceptable el hacinamiento en las existentes produciendo una correlación alumno/maestro en nada propicio para una adecuada enseñanza. Las aulas fueron improvisadas en casas que se adaptaban como escuelas, ya que el ritmo de construcción de nuevas escuelas ni remotamente se aproximaba a satisfacer las crecientes necesidades.

A esa aulas improvisadas fueron maestros también improvisados, alumnos de la Escuela de Formación que sin aún tener el mínimo necesario iban a cubrir las aulas, como supuesta práctica docente, e impartir unos conocimientos mal digeridos. Así la espiral dio una nueva vuelta.

La presión demográfica llega al nivel medio, y se pretende darle solución con el uso masivo de la televisión en las llamadas ‘teleclases’ que después un alumno aventajado [monitor] debería concluir con un sistema de preguntas u otras formas de consolidación del material docente. La experiencia duró unos tres años, fue un fracaso total. Otro giro de la espiral.

Paralelamente se genera un movimiento de búsqueda de posibles profesores entre aquellos que habían quedado desempleados en la llamada ‘Campaña contra el burocratismo’ y personas que por diversas y variadas razones carecían de empleo o estaban en disposición de cambiar de profesión para la sin lugar a dudas prestigiosa de profesor de Secundaria o de Preuniversitario, los salarios eran relativamente competitivos y aquellos que en sus antiguas profesiones tuviesen un mayor salario se le respetaba. Naturalmente estos nuevos profesores carecían de la experiencia pedagógica necesaria pero comparado con lo que vino después, eran lumbreras y obtuvieron sus títulos en cursos acelerados. Fue otra vuelta de la espiral.

Las escuelas de formación de maestros no daban abasto a las necesidades crecientes derivadas del crecimiento demográfico unido al envejecimiento y natural retiro de los maestros normalistas aún en ejercicio. Se contrataba prácticamente a cualquiera que pudiese demostrar un mínimo de entereza ideológica, se le ponía a trabajar y se le daba seminarios de preparación para ejercer la profesión magisterial. La imagen del maestro sufrió un deterioro ante los ojos del resto de la población: maestro podía ser cualquiera e incluso había que cazarlos a lazo.

La apertura de las Escuelas en el Campo [ESBEC e IPUEC] demandaron más profesores y dispuestos a someterse a la vida monacal que esas escuelas demandaban. Solución: los Contingentes Pedagógicos, alumnos graduados de Pre que bajo una intensa presión y con el riesgo de no conseguir otra carrera más acorde a sus intereses o vocación, aceptaban integrarse a esos contingentes. De hecho la palabra vocación desapareció del vocabulario, no habían vocaciones sino demandas sociales.

Estos jóvenes prácticamente obligados a realizar una actividad que demanda mucho más que lo que puede dar alguien que no sienta amor por su profesión, constituyeron una vuelta más en la espiral del desastre.

Esto sin considerar que las condiciones de aislamiento de estas escuelas, carentes de una real tutoría y de los más elementales controles devinieron en centros donde los jóvenes se enfrentaban en muchos casos, por primera vez a una experiencia sexual, que en ocasiones se constituían en grupales, con participación tanto de los alumnos como de sus pretensos profesores. Muchas de estas escuelas fueron universidades no solo de promiscuidad sino de formas de violencia organizada, no solo toleradas sino que en muchos casos propiciadas por la dirección de estos planteles.

Ya en los años 90 la crisis de transporte concomitante con el llamado ‘período especial’ comenzó a afectar a las Universidades que en honor a la verdad habían tratado de mantener su nivel, con independencia de la utilización de los llamados ‘alumnos-instructores’. Comenzó un proceso de descentralización de las Facultades abriendo sedes en determinados municipios que facilitaran la asistencia de los alumnos de los municipios colindantes. Claro que con el claustro normal era imposible subvenir esa descentralización, hubo que ampliar los claustros deteriorando la calidad de los mismos.

Por otra parte el ‘período especial’ generó un éxodo masivo de maestros y profesores hacia actividades mejor retribuidas, más lucrativas, concretamente las relacionadas con el turismo. Este fenómeno indetenible aparejado al normal proceso de retiro del personal docente generó un déficit de miles de maestros y profesores en las aulas. Y giró descendentemente la espiral, al tratar de buscarle una solución a esta problemática perenne de la educación en Cuba.

Asi hace ya unos años, en pleno siglo XXI, la espiral del desastre ha girado una vez más con los llamados ‘profesores generales integrales’, ¿que cosa es esto?. Sencillo, como penúltimo estertor de un sistema en total deterioro, se eliminaron las cátedras es decir que ahora son dos grandes grupos de asignaturas: Ciencias y Letras. Esto que pudiera ser interpretado como una opción lógica en la búsqueda de la integralidad de las materias, lo cual estaría en correspondencia con ciertas teorías y movimientos pedagógicos contemporáneos, en realidad sólo pretende reducir el número de profesores necesarios en cada centro docente.

El concepto de integralidad requiere algo más que poner un profesor a impartir todas las ciencias, por ejemplo, sino generar temas, programas, curriculum, que expresen esa integralidad de los diferentes campos del saber de una forma nuclear e intrínseca al desarrollo temático propuesto. Y este no es el caso, en lo absoluto. Por ejemplo lo que se realiza es impartir los programas de manera acelerada: tres meses de biología, tres de física y tres de química sin que exista integración alguna de esos contenidos.

Se retomó el fracaso de las teleclases, ahora ‘video-clases’ con resultados similares, dada la falta de preparación de los ‘profesores emergentes’ que deben darle continuidad al proceso de enseñanza-aprendizaje que estos medios y recursos inician, pero que no pueden completar, como es lógico, de manera efectiva.

El quehacer didáctico de estos profesores emergentes recibe semanalmente alguna forma de orientación, generalmente por profesores retirados que por decreto han sido reintegrados a estas tareas manteniéndoles su retiro más un salario por su labor de orientación. Pero el problema no es de metodología de la enseñanza, no es asunto de forma, sino de contenido, es que estos ‘profesores’, no dominan los contenidos que deben impartir, así de simple.

La situación se hace más crítica en la ciudad de La Habana donde esos ‘profesores’ tienen que ser importados de otras provincias ya que la juventud habanera no está interesada en esas lides. Esto añade más tensión a un proceso de por si llevado a sus extremos, ya que estos ‘profesores’, que reciben un pago mínimo tiene que vivir hacinados en albergues mal acondicionados y que no son estimulantes precisamente de actividades intelectuales.

El grado de deterioro es tan evidente que la crítica vino desde adentro y desde dónde quizás menos se pudiera esperar: Alfredo Guevara; en una intervención en el VII Congreso de la UNEAC señaló, copio textualmente:

“¿Puede la escuela primaria y secundaria y el pre (preuniversitario), tal y cual han llegado a ser, regenteadas por criterios y prácticas descabellados e ignorantes de principios pedagógicos, sicológicos elementales, y violadora de derechos familiares, ser formadora de niños y adolescentes, y por tanto fundar futuro?” “Jamás podrá construirse con solidez a partir de dogmas, empecinamiento, desconocimiento de la realidad real o ignorando los mensajes alertadores de la experiencia y de los ciudadanos”

¿Cuántas veces más tendrá que girar la espiral para que se comprenda que el sistema se ha agotado a si mismo, que no es viable, que es un total y rotundo desastre?

miércoles, 4 de febrero de 2009

“Hoy no fío… mañana sí”

Waldo Acebo Meireles

Quienes cargamos algunos añitos, no sólo en las costillas, recordamos ese letrerito sarcástico, egoísta, aprehensivo, desarmante y desestimulante que algunos bodegueros colgaban a la vista del público con el propósito de evitar solicitudes de ventas al ‘fíao’ que no estaban dispuestos a otorgar.

En aquella lejana época en que no existían buroes de créditos, ni por supuesto las dichosas tarjetas, el ‘fíao’ era la forma más socorrida de crédito para la población, especialmente la urbana ya que en el campo el meneo era bien diferente.

Para ilustración de las nuevas generaciones explicaremos como era el asunto, sus ventajas y desventajas: Aquellos bodegueros con mejores intenciones le abrían una “línea de crédito” a un potencial cliente después de recibir una solicitud verbal e informal, el bodeguero le miraba la cara al cliente, o marchante, como también se le decía, a veces le preguntaba donde trabajaba, si era nuevo en el barrio, cuando pensaba hacer las liquidaciones, semanales o quincenales, y si todo le parecía adecuado ahí mismo quedaba establecido el acuerdo y comenzaba el ‘fíao’. En ocasiones el solicitante se hacía acompañar por alguien conocido por el bodeguero que podía avalar la solvencia, puntualidad y seriedad del aspirante al ‘fíao’.

En algunos casos el bodeguero no muy satisfecho con las respuestas le daba un poco de largas al asunto con frases como que tenía que consultar con su mujer, o con el dueño, o que por el momento la cosa no estaba buena, o que tenía mucho ‘fíao’, etc., etc., pero que más adelante vería la cuestión. El objetivo era hacer una investigación que en muchos casos era simplemente mandar al dependiente o al repartidor de mandados, el mandadero, a ver donde vivía el fulano, cómo se veía la casa y otros detalles que podían confirmar, o no, la posible y eventual solvencia del solicitante. Si no había nada raro o sospechoso después de esta dilación se abría el crédito.

A partir del momento de que el bodeguero admitía a un cliente de ‘fíao’ le abría una hoja en una libreta sin rayas de 5 ctvs. y en los mejores casos le entregaba al cliente una libretica de bolsillo también de 5 ctvs., en este caso sí tenía rayas, en dónde se le anotarían las compras, fechas e importes, lo cual al final del período de gracias, permitía coordinar las anotaciones y garantizar que el importe total fuera el correcto.

Lo del ‘fíao’ tomó carta de nacionalidad y se incorporó al ser cubano, tan es así que aquel emulo barriotero de Casanova que quería pasar a mayores sin previa consolidación de ningún acuerdo pre-matrimonial pues se le decía que quería: Coger de ‘fíao’ [coger en Cuba no tenía, ni tiene, la misma acepción que por otros lares, pero para el caso se entiende]. Por tanto quedó la palabrita, y su filosofía, impregnada en nuestro quehacer diario y no limitado a las actividades crediticias sino a las no menos importantes del erotismo criollo.

En enero de 1959 entregamos el país de ‘fíao’, las elementales precauciones del bodeguero no fueron utilizadas, el cliente no era tan nuevo en el barrio y se le sabía de algunos pasos raros, es cierto que utilizó fiadores de respeto, pero había dudas sobre la seriedad y la puntualidad. Después de ese primer ‘fíao’, vinieron otros, y otros, y otros, siempre esperanzados en poder cobrar, siempre temerosos en perder el cliente, que no era tal, era ya en realidad el dueño y señor de todo.

Como nación fue este nuestro fracaso mayor que hace palidecer todos los anteriores. ¿De algo habrá servido la lección y sabremos aplicar el otro versito que decía?:

“Si fío,
pierdo lo mío;
si doy,
a la ruina voy;
si presto,
al cobrar molesto.
Para evitar todo esto:
ni fío, ni doy ni presto”