Waldo Acebo Meireles
En la entrevista que Edmundo García le hiciese a Ramón Cernuda, entre otras cuestiones de sumo interés, se aborda el asunto de la emigración cubana actual y de hecho se establece una diferenciación con etapas anteriores. Aunque Cernuda trata de evitar las generalizaciones ante la pregunta sobre como definir a “estas oleadas de cubanos… son exiliados políticos o son emigrantes”, en definitiva cae en la trampa de aceptar el componente económico como muy importante.
Esa fútil distinción entre emigrante, o exiliado, político o emigrante económico tuvo su origen en Cuba en un sostenido e interesado intento de, primero, establecer una divisoria entre los emigrantes de una época y los de otra; y de paso dejar establecido que los que por medios legales, o no, abandonaban el país no tenían una motivación política, sólo económica, eran equivalentes a todos los que salían de sus países en busca del ‘sueño americano’ y por demás el bloqueo, en el caso de Cuba, está entre las causales de esa emigración.
Cuba fue un país casi totalmente receptor de emigrantes y pasó a ser un emisor de emigrantes y esa sustancial transformación tiene sus raíces y motivaciones, pasadas y presentes, en fenómenos políticos. El reducir las motivaciones a puramente económicas es una solución pedestre que le hace el juego al régimen, que con sus represivas posiciones políticas a destruido la economía del país.
Cuando un joven, por poner un ejemplo, termina su carrera universitaria y comienza a ejercer su profesión por un salario que no puede sustentarlo dignamente y se ve obligado a buscar fuentes alternativas de ingresos por ende ilegales, y es acosado y apresado, finalmente sometido a juicio y enviado a prisión, ¿ante que nos encontramos, si no es ante causales políticas?; y si ese mismo joven decide abandonar el país por cualquier medio a su alcance, y logra su propósito, ¿ante que emigrante nos encontramos, económico o político?
Como alguien en su momento dijo: la política es economía concentrada. Y lo puede ser para el bien y bienestar del país y todos sus ciudadanos, no solo para una elite, o puede ocurrir, como es el caso cubano, para someter una población deseosa de mejorar su situación, y con el instrumental necesario para ello, a restricciones que impiden el desarrollo económico y social del país de una forma normal y sostenida.
El componente ideológico-político de todas las estructuras restrictivas que existen en Cuba con el objetivo de frenar el desarrollo del individuo como ente económico independiente es más que evidente y sus resultados están a la vista. Y esas no son las motivaciones de un mexicano, argentino, o de cualquier otro lugar, que emigra a los EE. UU. a Europa o a la Conchinchina, como es el caso de los cubanos.
Tampoco considero que las diferencias que se pueden observar entre las posiciones que adoptan los exiliados de una época comparados a los de otras se puedan generalizar, ni sean solamente un problema generacional, considero, y aquí que me perdone la paráfrasis el Dr. Sergio López, ese fenómeno histórico conocido como exilio cubano, es algo mucho más complejo y diverso que una simple división generacional, o motivacional. Factores culturales, de posición social, sentimentales, familiares e incluso de haber participado o no en la vida económica y política en Cuba y la cantidad de energías físicas y espirituales empleadas en un proyecto erróneamente considerado como viable, marcan esas diferencias en la diversidad de aprehensión de la problemática cubana y sus posibles soluciones.
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