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sábado, 22 de noviembre de 2014

La esclavitud de los médicos cubanos


 Waldo Acebo Meireles

El pasado viernes, 21 de noviembre, María Elvira Salazar invito a su programa de la TV al “académico” Arturo López-Levi o Arturo López-Callejas, como mejor les parezca, con el interés de que opinara abiertamente sobre los seis editoriales [en menos de dos meses] del periódico “The New York Times”

Como era de esperar Arturito defendió a ‘carta cabal’ las opiniones del distinguido diario, pero lo que más me llamó la atención fue cuando se abordó el tema de los ‘médicos internacionalistas’, los cuales fueron definidos por la entrevistadora como esclavos, idea que López-loquesea, refutó con fuerza con frases como que eso era un insulto, no para los médicos cubanos, sino para los negros esclavos del sur norteamericano. Tremebundo argumento.

Pero como el término esclavo, referido a los bienaventurados médicos, se ha venido usando corrientemente y con cierta futilidad, tome la decisión, de hacer un análisis lo más académicamente posible de la exactitud, o inexactitud, del uso del término.

¿Qué es un esclavo? Desde el punto de vista greco-romano, trasladado a la realidad de las plantaciones caribeñas y de los estados sureños, y de otras regiones de Suramérica, el esclavo legalmente es un animal bípedo sin derecho alguno sobre ninguna forma de propiedad, e incluso de sus propias vidas, es una bestia de trabajo, mantenida más o, menos en forma para poder cumplir su única función: producir mercancías, o en el mejor de los casos atender a los deseos domésticos de su dueño, incluyendo los sexuales.

¿Se ajusta esta definición a los médicos cubanos en misiones?, parcialmente, pero esa definición solo va a la envoltura del fenómeno social y económico, no a su esencia. En realidad un esclavo se define por su posición y participación en el producto generado por su trabajo, el núcleo de esa definición es que el esclavo es un subconsumidor. Desde ese punto de vista avalado por el pensamiento económico de Carlos Marx en su trabajo sobre las comunidades hidráulicas, lo que él llamó el modo de producción asiático, y que se caracterizó por una esclavitud comunal.

Esa esclavitud comunal, antecesora históricamente de la greco-romana de carácter individual, en la que el mismo esclavo era una mercancía, a diferencia del obrero en la que es su fuerza de trabajo la que pasa a ser la mercancía, podía verse como una sociedad de hombres libres asociados para poseer la tierra de forma colectiva y jamás individual. Pero lo que la diferenciaba de una verdadera sociedad de hombres libres era que su participación en el plus producto estaba mediada por las contribuciones forzosas a un poder superior: el estado.

Esas contribuciones forzosas determinaban el subconsumo de los productores entendiendo por subconsumo el que se apropiaban de una cantidad menor a la que le correspondería partiendo del nivel de desarrollo de la fuerzas [perdonen el excesivo uso de la terminología marxista] y generaba una dependencia del elemento político de la superestructura de esas sociedades.

El esclavo es un productor que recibe en ‘compensación’ mucho menor de lo que le correspondería de acuerdo el nivel de desarrollo alcanzado por una cultura o sociedad en particular. Aceptada esta definición, ¿le corresponde a los altruistas médicos cubanos la caracterización de esclavos?

 En mi opinión sí, de manera total y completa; como funciona, por ejemplo en el caso de Brasil, donde sea desenmascarado semejante nivel de explotación del estado castrista en contra de los médicos. El gobierno de los Castros recibe 10,000.00 dólares por cada médico, les entrega a sus esclavos unos $200 para que supervivan en una sociedad donde los médicos brasileños reciben por sus servicios profesionales una 20 veces más, lo cual les permite vivir con el decoro que corresponde a sus esfuerzos como profesionales de la medicina.

Se dice que a los médicos cubanos se les deposita en un banco cubano una cantidad similar a la que reciben como estipendio [que no es un salario] que sólo podrán retirar cuando regresen a Cuba, todo esto los obliga a un mayor subconsumo cuando deben ahorrar, de sus miserias, para llevarle un regalito a sus esposas, padres o hijos.

Así, que con el perdón de Arturo, los médicos cubanos en el exterior [y también en su propia patria] son esclavos del despotismo oriental del estado dícese que cubano.

 

 

 

  

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