Waldo Acebo Meireles
Hace años que le debo a "Panchito", como cariñosamente le llamábamos sus amigos y colegas, otros, a veces con menos cariño y más envidia, le decían "El guajiro"; en su natal Güira de Melena sus familiares y amigos más cercanos lo conocían como "Mimo", pues desde mucho he querido escribir unas breves notas en tributo a él.
De
un origen muy humilde fue ascendiendo, a base de mucho trabajo de investigación
y de infatigables lecturas, hasta el reconocimiento final, bastante tardío a
pocos meses de su muerte, como
Premio Nacional de Ciencias Sociales, otorgado por unanimidad, fue el necesario reconocimiento
a su destacado aporte, la calidad de su producción intelectual , el alcance de su obra para la cultura cubana, la
dedicación y el éxito en la revelación de nuevos caminos de investigación.
Panchito era un ejemplo de
dedicación y tenacidad, francamente no conocí a ningún historiador cubano con
mayor entereza y constancia en el trabajo, once libros desde su primero sobre
la caída de Antonio Maceo publicado en 1974 hasta su póstumo libro Radiografía
del Ejército Libertador 1895-1898 publicado en 2005 así lo
demuestran. Como él dijo en su discurso de aceptación del Premio Nacional:
"La
Historia y la investigación histórica
forman parte esencial de mi vida"
Mi amistad con él se
profundizó a partir de un interés común: las vicisitudes y consecuencias de la
guerra de independencia en el territorio habanero, la publicación de un breve
trabajo mío sobre la línea militar en la zona sur de la capital nos acercó a
compartir fuentes y vías de investigación de ese fenómeno histórico, esto
demuestra la sencillez, honradez, y modestia ya que no es habitual que los
historiadores, por lo menos los cubanos, compartan sus hallazgos de fuentes,
métodos y vías de investigación.
El hallazgo, por mi parte, de
un manuscrito del comandante José Cadalso Cerecio, [durante la mayor parte de
la guerra fue teniente] narrando su participación en la Guerra del 95
y su vida durante los primeros años de la República, despertó su interés, máxime
que Cadalso Cerecio había formado parte de las tropas de Maceo y participó en
el rescate de su cadáver y el de Panchito Gómez Toro. Nos comprometimos en trabajar
el manuscrito de conjunto; pasarlo en limpio, tratar de identificar todos los
personajes que en el aparecen así como los lugares de las acciones, etc. El
propósito era publicar las memorias con una serie de notas explicativas y
relacionarlos con otras obras del mismo carácter, anotemos que son pocos los
diarios de combatientes que están publicados, en especial de oficiales de baja
graduación como fue Cadalso Cerecio.
Yo tenía mis aprensiones, por
dos momentos que aparecían en la memorias, uno, la actitud de simpatía de
Cadalso hacia la intervención norteamericana en la guerra, la cual quedaba de manifiesto
al mandar a su tropa a ponerse en atención y saludar militarmente a un
escuadrón de caballería de soldados norteamericanos que se movían por la
Calzada de Jesús del Monte hacia la capital. El otro su opinión muy crítica
hacia Rubén Martínez Villena. Tenía fuertes dudas de que se publicase integro y
no me parecía honesto eliminar esos dos episodios. Panchito pensaba que todo
tendría solución.
Pero el trabajo quedó trunco,
antes de mi salida hacia los EE.UU. , le devolví el manuscrito a la nieta de
Cadalso y sólo años, después al reconectarme vía e-mail con Panchito, y darle
las coordinadas del manuscrito, decidimos reiniciar el trabajo de preparación,
no avanzamos muchos ya que él tenía otros proyectos en sus manos, algunos de
ellos quedaron sin realizar debido a su repentina muerte.
El incremento
de su interés en las historias regionales y locales fue otro elemento que nos
acercó y profundizo nuestra amistad, ese interés se manifestó claramente en su
dos últimas obras publicadas y muy en particular en un trabajo que en su
proverbial modestia me envío para mi consideración: "El proyecto de
independencia desde la perspectiva regional y local". Trabajo que no se si
llegó a publicar de manera independiente, o formó parte de su última obra sobre
el Ejercito Libertador, y en el que defendía el criterio, en contradicción con
lo que académicamente siempre se ha aceptado, de que los líderes regionales
desempeñaron un papel positivo, en sus propias palabras:
"Los caudillos microrregionales y locales
fueron pilares que le dieron cohesión al Ejército Libertador y con su
influencia sobre los subordinados y pacíficos patriotas, contribuyeron a
sostener la lucha armada en condiciones muy adversas."
Otro ejemplo de su creciente interés
en las historia regionales se manifestó en un anexo a su libro "Herida
profunda" en que abordaba los efectos de la 'reconcentración' en Güira de
Melena. Finalmente manifestó su interés en continuar el trabajo con las
historias locales de los poblados de La Habana, tema que habíamos discutido en
muchas ocasiones en relación a mi participación en esos trabajos investigativos
y que quedaron incompletos a mi salida de Cuba.
Panchito fue un cubanazo, un espíritu
gentil como queda plasmado en la foto tomada poco antes de su muerte en la casa
de un amigo común en Güira y que acompaña este trabajo, pero dejémosle a María
del Carmen Barcia, otra historiadora de indudable valía y de mejor pluma que yo,
una apreciación final:
"Una laboriosidad a toda prueba, una
modestia infinita, y una cubanía proverbial dibujan la personalidad de
Francisco Pérez Guzmán, quien en círculos más reducidos es, para los que nos
consideramos sus amigos, simplemente Panchito.
En
estos espacios, compartiendo ideas e informaciones, irradia además un gran amor
por su familia y por su terruño: Güira de Melena.
Por
años ha trabajado en los contextos de austeridad, rigor y sencillez en que se
desenvuelve la historiografía cubana y en ésta ha volcado uno de los trabajos
más serios y constructivos de los últimos treinta años.
Por
mucho tiempo hemos compartido espacios, dentro y fuera de Cuba, y en éstos,
públicos y privados, se ha manifestado como un colega inteligente, un amigo
cordial y un cubano raigal, franco y afable."
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