Waldo Acebo Meireles
A lo largo de su historia Cuba ha disfrutado de unas cuantas divisiones políticas y administrativas. Durante la etapa colonial se produjeron varias siendo una de las últimas la que en 1879 promulgó Arsenio Martínez Campos que en líneas generales se mantuvo durante la etapa republicana, sufriendo algunas modificaciones, fundamentalmente en cuanto límites, la creación de algún municipio o su eliminación.
Pero en general esa división tuvo larga vida y fue parcialmente refrendada por la Orden Militar # 23 del gobierno interventor en 1902. En líneas generales la división política y administrativa de Cuba se mantuvo casi inamovible por unos 80 años, ligeros cambios de límites y en ocasiones de toponímicos que se producían habitualmente durante los años censales.
La continua inestabilidad de la estructura o división política administrativa comenzó en 1959 siendo una de sus primeras expresiones la llamadas Zonas de Desarrollo Agrario [ZDA] este engendro, salido de la pródiga cabeza de Núñez Jiménez, aunque no era propiamente una división política en la práctica funcionó como tal, actuando sus directores como delegados del INRA, esta aberrada institución, la cual asumió funciones de gobierno independiente y autónomo. Los delegados eran como señores feudales de horca y cuchillo.
Después aparecieron múltiples inventos que evitaban por todos lo medios mencionar conceptos y términos que provenían de la herencia histórica, ayuntamiento, alcalde, concejal, etc. Se crearon nuevos términos como comisionado y empezaron a surgir divisiones políticas que sin ser refrendadas propiamente por ninguna ley comenzaron a actuar como tales, las llamadas JUCEI surgidas alrededor de 1962 son un ejemplo de esto.
Proliferaron las modificaciones y así surgieron los regionales, los seccionales, las regiones y estas se estiraron o encogieron a un ritmo envidiable, hasta que en 1976 se refrendó la división política que aún perdura, aunque con algún que otro ajuste
Ahora todo parece indicar que la Provincia La Habana que en su convulsionada vida después de 1959 en algún momento se le conoció como Habana Campo, va a sufrir una nueva partición: Las provincias de Artemisa y la de Mayabeque dividiendo en dos la actual provincia habanera.
Objetivos desconocidos, resultados seguros, una duplicación de los aparatos administrativos y políticos con un crecimiento en consonancia de la burocracia, de la nomenclatura, de las necesidades de vehículos, locales, etc. Además se generará cierta arrebatiña por los excelentes locales que actualmente poseen las instituciones y organismos en la ciudad de La Habana.
Pero bien, ¿no querían cambios? Ahí tienen uno.
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