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domingo, 8 de noviembre de 2009

Matrimonio gay, embargo, ‘ley seca’ y marihuana.

Waldo Acebo Meireles

¿Cómo reunir en una misma frase tan disímiles asuntos? Pues Jacob Weisberg lo logra en un reciente artículo en la revista Newsweek. ¿Y cuál puede ser el elemento unificador de, a primera vista, tan incompatibles cuestiones?

De acuerdo al autor el elemento unificador es la presión del pueblo americano para hacer valer sus derechos. ¿Cómo prohibirle al americano común el tomarse una cerveza? ¿Por qué prohibirle a dos homosexuales el unirse, si no religiosamente, por lo menos por la vía civil y obtener los beneficios legales que corresponden a una pareja heterosexual?

El uso legal de la marihuana se ha ido, y todo parece pronosticar que seguirá, extendiéndose a lo largo y ancho del país a partir de las medidas legales tomadas en Los Ángeles, que permiten, siempre de acuerdo al autor, que usted se dirija a un médico le pida una receta y se vaya directamente a comprar su paquetico de ‘yerba’.

En el caso del embargo la justificación no se encuentra en un problema moral, ni en un asunto de política internacional, ni tan siquiera en el fracaso del embargo durante todos estos años de aplicación, el problema se reduce a las demandas de una parte de la población, que lo único que quiere es darse una vueltecita por Cuba, crear condiciones para negocios en un futuro post-Castro, o simplemente tomarse un ron en una playa cubana.

Partiendo de la lógica del autor el proceso de desaparición del embargo es un asunto que ya está decidido por voluntad popular, es sólo cuestión de tiempo, y resultará factible con independencia de la posición que al respecto asuman los legisladores, demócratas o republicanos, no siempre dispuestos a liderar los cambios en la sociedad americana, sino más bien a retrasarlos.

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