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lunes, 13 de abril de 2009

En el fondo del problema

Waldo Acebo Meireles.
Un interesante trabajo de Oscar Espinosa Chepe aborda el principal problema en la agricultura cubana y el fallido aborde por el Decreto-Ley 259, el problema de la propiedad de la tierra, que en ese decreto no se soluciona sino que se reafirma la voluntad gubernamental de monopolizar la tierra.

Los campesinos, o aspirantes a tales, solo reciben la tierra en posesión, y limitada a diez años, sin contar que las causales para perder el usufructo son múltiples y variadas. Con franqueza me resulta difícil de imaginar a alguien dispuesto a gastar capital, y a dedicar sus energías físicas a condicionar una tierra que le puede ser arrebatada en cualquier momento. Sin embargo al parecer se cuentan ya por miles los que tienen esa disposición, muchos de ellos esperando que la tramitación burocrática culmine y puedan ponerse a trabajar.

La otra limitante del decreto es la cantidad de tierras a entregar por persona natural o jurídica que es de 13.42 ha. [una caballería] y en los casos en que el solicitante ya posea tierras en propiedad o usufructo el tope máximo sería de 40.26 ha. [3 caballerías] esto como ya en otra ocasión mencionamos puede convertirse en una traba para determinados renglones de la actividad agropecuaria.

Pero el problema va más allá para tocar fondo. Veamos, si partimos de las cifras, que aparecen en el artículo mencionado, veremos que se está entregando la tierra a un promedio de 10 ha. por solicitante, es decir menos que lo establecido por el decreto, esto puede ser perfectamente lógico ya que es posible que muchos solicitantes no lleguen a solicitar el máximo establecido en el decreto. El problema es otro si aceptamos que las cifras más serias establecen que el 65% de las tierras de cultivo están ociosas o abandonadas entonces 4,4 millones de ha. están ociosas entonces será necesario entregarle tierras a 440 mil campesinos o aspirante, lo cual me parece bastante difícil de lograr en un país que aniquiló su clase campesina.

Las mismas cifras que se dan lo dejan bien claro el 80% de las solicitudes provienen de personas que no tienen tierra alguna, o sea son aspirantes a campesinos, más bien aspirante a ‘precaristas’ que es como se le conocía en Cuba a aquellos que ponían en cultivo una parcela sin la seguridad de que el dueño no se la arrebatase en cualquier momento. Siendo todo esto así hace falta unos 300 mil aspirantes para supuestamente poner las tierras ociosas a producir.

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