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viernes, 25 de junio de 2010

Gente con suerte

Waldo Acebo Meireles

En estos días en que estamos aún impresionados por la cadavérica imagen de Ariel Sigler Amaya, la cual refleja el brutal tratamiento que recibió en el presidio político cubano nos llega la información por la Associated Press de lo mal que la pasó Adolfo Hitler en una cárcel alemana cuando fue condenado por el intento de golpe de estado conocido como el Putsch de Múnich o Putsch de la Cervecería el 8 y 9 de noviembre de 1923 en Múnich.

Hitler fue condenado a cinco años de los cuales cumplió sólo nueve meses –¿no les recuerda algo? – en la prisión de Landsberg en las cercanías de Munich, y en prisión todo indica que la pasó de lo mejor, recibía visitas casi a diario, sin restricción alguna, para el 20 de abril de 1924, día en que cumplía 35 años, recibió alrededor de 40 visitantes y aunque el artículo de la AP no lo dice seguro que sonaron tremendo fiestón.

Un asiduo visitante era el general Erich Ludendorf, considerado un héroe de la I Guerra Mundial, tal vez para ir leyendo las páginas del “Mein Kampf” que Hitler fue redactando en prisión, –¿no les recuerda algo? –.

Pero el tiempo pasado en prisión no sólo fue dedicado a atender visitantes, escribir panfletos y festejar cumpleaños, también le dedicó un tiempo a determinar que auto Mercedes Benz se compraría al salir de la cárcel, lo cual evidencia que sabía muy bien que no estaría mucho tiempo en la misma.

Estaba en duda entre comprar un modelo 11/40 o el 16/50 y además quería que el vendedor le hiciese un descuento en la compra o como le manifestó en una carta: ‘En cualquier caso resérveme el carro gris que usted tiene en Munich hasta que yo tenga claro mi futuro’.

Ya él tenía claro su próximo futuro, nada que hay gente que tiene suerte.


Foto de A. Hitler a la salida de prisión en 1924

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