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sábado, 8 de noviembre de 2008

¿Qué Historia de Cuba enseñaremos?

[publicado originalmente en el blog de Ichikawa]

Waldo Acebo Meireles

En algún momento habrá un después, que tipo de después, eso es más complicado, pero es casi seguro que habrá un después. Es para ese ‘después’ que intentamos hilvanar estas líneas.

En ese después es muy probable que se decida por alguien, o ‘algo’, que la enseñanza de la Historia es un desastre y por tanto hay que mejorar, reformar, revolucionar, perfeccionar, rehacer o quizás hasta eliminar[1] la enseñanza de la Historia en particular la de Cuba.

Que la enseñanza de la Historia y muy en particular la de Cuba es un desastre no requiere mucho análisis, es el descubrimiento del agua tibia. Sin embargo de vez en cuando a alguien se le ocurre comprobarlo[2] para encontrar que los profesores de Historia en la enseñanza media, [en los años 90] en una gran proporción eran incapaces de mencionar tres historiadores cubanos; u ordenar cronológicamente diferentes hitos históricos.

Resultados como estos no solo hablan muy mal de la enseñanza de la Historia, sino de la formación de esos profesores, es decir que dejan al desnudo los serios problemas que enfrentara el ‘después’ desde la primaria hasta, necesariamente, la Universidad.

Sin pretender historiar el devenir de la enseñanza de la Historia quisiéramos destacar algunas etapas y nuestra valoración:

· Primeros años del siglo XX la Historia de Cuba se trataba como anécdotas sin mucha o ninguna correlación o coherencia y de forma casual. Como es de suponer en el XIX no se trataba, salvo quizás algún arriesgado maestro que tocaba algún aspecto en su clase. Los intentos de la Sociedad Económica de Amigos del País no rindieron fruto en cuanto a la enseñanza de la historia de la Isla.
· La enseñanza de la historia ya fue incluida en los planes elaborados por maestros cubanos y que fuesen puestos en vigor por la Circular 5 del gobierno de intervención. A partir de los años 20 se sistematizó la enseñanza de la Historia en la primaria y el nivel secundario, la influencia de profesores, como Ramiro Guerra, quienes tomaron cursos de veranos en Harvard, fue en la práctica significativa y trazó caminos, por otra parte, R. Guerra dejó una obra de incalculable valor.
· Hasta finales de la década del 50 la enseñanza de la Historia no rebasó el nivel anecdótico, carente de serios análisis factuales y en general de una búsqueda de determinaciones causales. El carácter memorístico de la enseñanza de la Historia, por decir lo menos, era medieval y a contrapelo de las ideas de la escuela moderna, del pensamiento pedagógico cubano de esa época.

Sin embargo esas debilidades eran, salvadas por maestros y profesores que ‘ad libitum’ incorporaban sus experiencias y aplicaban sus voluntades renovadoras en sus clases. Feliz época en que los programas aún no eran “un documento estatal de obligatorio cumplimiento”. Ello le permitía a Hortensia Pichardo aplicar técnicas investigativas en sus clases en el Instituto de la Víbora, o a Portuondo, en el mismo centro de educación, no limitarse a sus brillantes narraciones sino propiciar intercambios de opiniones sobre personajes y acontecimientos. Líneas del tiempo, mapas de historia, documentos, y otros elementos esenciales, eran utilizados por ese entonces en las clases por aquellos maestros y profesores inmersos en la cultura pedagógica cubana,[3] existía un potencial en camino de materializarse en una enseñanza moderna de la Historia.

Pero como decía el inefable Carlos Puebla: “llegó el comandante y mandó a parar”. El período post 59 [y ‘pre-después’] comenzó desde el punto de vista del aborde de la Historia de Cuba con un gran desatino: El Manual de Orientación Cívica. Este engendro, redactado a la carrera, incluía un bodrio con ínfulas de rescribir la Historia de Cuba engendrado por alguien de quien prefiero ni acordarme[4].

A alguno se le ocurrió utilizar dicho manual en las escuelas pero al parecer triunfó alguien más cuerdo y se comenzó a emplear un par de tomitos de Sergio Aguirre, y otro par de tomitos que no mencionaban su autor.[5] Además en la enseñanza media se utilizaba el libro de Portuondo pero con los capítulos de la etapa republicana cercenados. A Portuondo al parecer no le quedó otro remedio que aceptar la mutilación a cambio de una relativamente amplia distribución de su excelente texto.

En los años 70 se produjo el proceso que se llamó ‘Perfeccionamiemto’, como una de las consecuencias del Congreso de Educación, al que luego se le añadió Cultura, que tan nefastas consecuencias trajo para ambas, la Educación y la Cultura.

El Perfeccionamiento logró acabar con lo poco que quedaba de la tradición pedagógica nacional, eliminándose de la enseñanza primaria los contenidos de Historia de Cuba, sustituyéndolos por los de Historia Universal, las pocas voces que se levantaron en contra de esa decisión promovida por los asesores soviéticos[6] fueron desoídas, por no decir aplastadas.

Los libros de Historia de Cuba fueron redactados por un grupo de maestros y profesores en el cual no todos tenían un real aval en la enseñanza, menos aún eran investigadores, y sin ninguna experiencia en el difícil arte, o ciencia, de redactar textos para la enseñanza.

Los resultados de esa combinación de seleccionar novicios, ignorar las experiencias pedagógicas del pasado e incluso las múltiples que se producían en las aulas con maestros y profesores dispuesto a innovar, generó textos poco atractivos y de variado valor didáctico, produciéndose además notables diferencias entre los temas tratados por aquellos redactores con habilidades y los que carecían de las mismas.

Los borradores de esos textos eran sometidos a la aprobación del Departamento de Orientación Revolucionaria del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, en su sección de Educación[7], en realidad esos funcionarios eran incapaces de opinar nada, salvo señalar que tal o más cual episodio o personaje debería ser tratado con mayor o menor número de líneas. También eran ‘sometidos’a la valoración de la Facultad de Historia de la Universidad de La Habana y al Instituto de Historia, nada de real importancia salía de esas supuesta revisiones. En mi opinión no le dedicaban mucho tiempo a esa ‘tarea extra’[8] y sin lugar a dudas poco atractivas para estos encumbrados especialistas.

En el ‘Segundo Perfeccionamiento’, el proceso se repitió casi al dedillo, salvo que ya casi no existía la presencia soviética, estamos hablando de los prolegómenos de la ‘perestroika’, y resultó un respiro el poder tratar con alguna libertad el Pacto Molotov-Ribbentrop, llevar a mapas la ‘reconquista’ soviética hasta la línea Curzon y otros asuntillos de igual envergadura.

Pero eso era con relación a la Historia Universal, con la Historia de Cuba las cosas, no mejoraron; múltiples esfuerzos se hicieron para poder tan siquiera mencionar la participación de las organizaciones masónicas en los procesos conspirativos y en la Guerra de Independencia, los que en el Instituto de Historia tenían acceso a esta información, no publicada aún en esos momentos, eran reacios a compartirla. De la presencia abakuá, en estas luchas, para que hablar.

Los textos o capítulos de Historia de Cuba padecieron de los mismos excesos y defectos que en el intento anterior. Entre ellos los más notables fueron el de borrar de un plumazo los avances alcanzados durante la república, potenciar de manera hiperbólica los ‘logros y éxitos’ de los comunistas del patio, claro está sin mención alguna de sus yerros y otros tabúes.

A estos males se le sumó la introducción de las llamadas ‘leyes y regularidades’ de inexcusable tratamiento lo cual obligaba a hacer malabares para adecuar los fenómenos históricos, y no solo los nacionales, a esos esquemas impuestos.[9]

En resumen: el primer perfeccionamiento acabó con los vestigios que aún quedaban de la escuela pedagógica cubana, y mató en la cuna las incipientes discusiones acerca del ‘behavorismo’ y otras corrientes del pensamiento, como el constructivismo, o las teorías de Piaget. Quizás su mayor aporte, en el campo de la psicología del aprendizaje, fue la introducción a Lev Vygorky y la teoría de las ‘zonas de desarrollo próximo’, así como las formulaciones de Galperin y Leontiev.

En el segundo perfeccionamiento se inició, modestamente, una reconsideración de la olvidada pedagogía criolla con el retomar[10] el tratamiento de las historias locales y regionales dentro de los programas de Historia de Cuba. Otro elemento de interés fue el del intento de definición de los sistemas de habilidades propios a la aprehensión de los conocimientos históricos. Ambos aspectos vinieron a sumarse a la sempiterna discusión acerca de la prioridad del “cómo” o del “qué”en la enseñanza de la historia.

La situación de la preparación de los maestros y profesores de historia no estaba, ni esta[11], alejada de estos males tomemos en cuenta que en la bibliografía que utilizaban, y aún utilizan, no hay una sola referencia a los didactas y pedagogos de la etapa republicana y si decenas a los soviéticos y alemanes, y a los documentos del partido.

En las escuelas la enseñanza de la historia no ha mejorado en nada, en realidad con la obligada utilización de los llamados maestros emergentes por áreas las cosas andan mucho peor que en los 90, se siguen utilizando los mismos textos únicamente se han omitidos por decisión ‘orwelliana’, el nombre de algún que otro autor.

La situación no puede, sí, si puede, ponerse mucho peor, se me ocurren algunas cosas que la pueden empeorar aun más, por tanto lo que quedará para un ‘después’, está en consonancia con ese después para el resto de las estructuras de la sociedad, la economía, etc.

Algunas simples ideas que propongo para un ‘después’:

· Los programas de Historia no deben ser un ‘documento estatal de obligatorio cumplimiento’, sino una guía de contenidos y formas que el maestro o profesor adecuará a su circunstancia, a sus alumnos.
· Los textos deberán ser escritos por aquellos historiadores que no tengan a mal, como R. Guerra y Portuondo en su momento, el dedicarse a esta humilde, pero tan delicada y difícil tarea. Si se integran en equipo y si en esos equipos se incluyen especialista de la enseñanza, eso quedará a la decisión de cada cual. Pero los textos jamás deberán tener carácter ‘oficial’ y el maestro será el que decida cual, de los que se escriban, empleará en sus clases.
· La Historia de Cuba deberá mantenerse en la enseñanza primaria así como en la secundaria, la Historia Universal se tratará en esta última con un marcado interés en los procesos culturales y del pensamiento dentro de la historia[12].
· No traten de borrar de un plumazo toda la etapa posterior al 59.

Les deseo suerte, la van a necesitar, pero sabemos que dentro de los maestros y profesores cubanos existen muchos que serán capaces de poner nuevamente sobre sus piernas el pensamiento pedagógico nacional.


[1] El término que se aplique estará determinado por qué ‘después’ se producirá. Esperemos que el de eliminar no sea el utilizado, de ser así estas líneas no tendrían objetivo y ello no me resulta agradable.
[2] La última vez fue cuando el “gallego” Fernández fue pasado momentáneamente al ‘plan pijama’ y lo sustituyó el actualmente defenestrado Luis Ignacio Gómez, al que ‘cariñosamente’ apodaron ‘Tacón’, en realidad no por sus poses de Capitán General, sino por unos botines que usaba al principio de su mandato, calzado que eventualmente mejoró en grado sumo.
[3] La pedagogía cubana antes del 59 era puntera en el continente, los libros de Leví Marrero, los de Rosell y los de Baldor, y Mario González, por mencionar unos pocos se vendían y utilizaban en prácticamente toda la América hispana. Al parecer todavía algunos de ellos aún son utilizados, por lo menos en México vi algún Baldor a la venta.
[4] Uno de los grandes resultados de ese ‘manual’ fue que gracias a sus pretensiones anti-burguesas Carlos Manuel de Céspedes fue destituido como una efigie patriótica que asomaba su presencia en el billete de 10 pesos. Eso se ‘rectificó’en 1968 con los ‘100 Años de Lucha’, pero Céspedes jamás recobró su posición en la numismática patria.
[5] Fue una profesora universitaria quien escribió esos dos tomos pero mi pésima memoria no me ayuda a desentrañar su nombre, sin embargo recuerdo que en sus últimos años padeció de una seria dolencia mental que la llevaba a decir que lo quería eran libros para comérselos, literalmente. Triste.
[6] En aras de la verdad dentro de esos asesores habían varios de notable inteligencia y experiencia, no eran ‘bolos’ propiamente dicho, pero trasplantaron algo que allá podría funcionar pero que en Cuba no
[7] Largo el nombrecito
[8] Aquí anoto que en el ‘segundo perfeccionamiento’ algunos capítulos de la Historia Universal fueron entregado a las embajadas de los ‘paises amigos’, las mayores protestas e inconformidades se produjeron de parte de los polacos, no dejaban de tener razón pero…
[9] Era divertido ver a un especialista soviético tratando de adecuar esos esquemas cuando algún malévolo lo ponía enfrente de un tema que se sabía que no iba a poderse encuadrar en esas teorías.
[10] Digo retomar ya que esa ideas ya habían sido expuesta por Ramiro Guerra, Miguel A.Cano y el olvidado, maestro pinareño Pedro García Valdés; Aguayo también abordó este asunto y la practica de la enseñanza de la historia local tuvo alguna aplicación en los años 40 pero no dejó resultados mensurables en el campo de la investigación pedagogía aunque si numerosas historias locales y/o regionales, muchas de ellas escritas por maestros.
[11] Para dejar clara esta idea copiamos textualmente los dos primeros requisitos que se establecen, con fecha marzo del 2008, para el profesor de humanidades, incluye Historia:
-Sólida preparación política e ideológica basado en los principios de la ideología de la Revolución Cubana: Martiana, Marxista y Fidelista
-Portadores de los valores humanos y revolucionarios que requiere nuestra sociedad.
Sin más comentarios.
[12] No pretendan evitar el ‘eurocentrismo’, los intentos realizados nunca dieron resultados.

2 comentarios:

  1. Interesante. Es bueno contar con blogs y artículos como éste.

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  2. WALDO ACEBO?....TE CONOCE ALGUIEN?COMO SE ATREVE A CUESTIONAR LA HISTORIA DE CUBA ,O LO QUE SENSEÑA EN CUBA COMO HISTORIA,LA HISTORIA ES UNICA Y NO LA PUDE ENMARAÑAR NI POLITICAS ,NI REGIMENES,NI TESTAFERROS TRAIDORES DE LA HISTORIA.LA HISTORIA DE CUBA ANTES DEL 59 ,ES UNAS DE LAS PAGINAS MAS BELLAS QUE PAIS PUEDA TENER,CON SUS HEROES,SUS VICTORIAS ,LOS FRACASOS.ES LA HISTORIA QUE FUE FORMANDO NUESTRA IDENTIDAD.PUES SEPA USTED QUE ES LA QUE SE ENSEÑA ,LA MISMA QUE ME CONTO MIS BISABBUELOS ,MIS ABUELOS,Y LA EXTENSA BIBLIOGRAFIA QUE GRACIAS A DIOS ,AUN SE CONSERVA CON CELO Y FIDELIDAD POR PATRIOTAS QUE AUN QUEDAN POR AYA ,PARA QUE PUEDAN SER USADAS POR LAS GENERACIONES VENIDERAS.NADA QUE AUN QUEDAN VALIENTES EN CUBA ,QUE HAN PREFERIDO ENSEÑAR LA HISTORIA A SUS HIJOS ,ANTES DE HUIR,Y SE LA ENSEÑEN POR AQUI,ANALFABETOS O RENEGADOS,QUE LO UNICO QUE HAN HECHO ES TERGIVERSARLA.

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