[publicado originalmente en E. Ichikawa]
Por Waldo Acebo Meireles
La colaboración de José Ramón Morales “El mito de los mambises” merece algunos comentarios.
Por Waldo Acebo Meireles
La colaboración de José Ramón Morales “El mito de los mambises” merece algunos comentarios.
Comencemos por decir que “la abundante información con que contamos hoy en día” no necesariamente se convierte en una mayor profundidad del conocimiento, en ocasiones todo lo contrario, sobre todo cuando está mal digerida esa información, o no se posee el método de análisis necesario para evaluar dicha información.
La Historia de Cuba sin lugar a dudas siempre ha sido contada, a nivel escolar, “de una forma muy romántica y bonita”, sospecho que ese romanticismo no es privativo solo de la escuela cubana. Pero aquellos que llegados a la madurez decidiesen abandonar los cuentos de hadas lo podían hacer sin tener a su alcance las actuales fuentes de información.
Los diarios y crónicas de guerra escritos no solo por los oficiales del Ejército Libertador sino también por soldados de fila, dejan bien en claro los horrores y atrocidades de una guerra que fue, como toda guerra, terrible.
Esos valientes hombres, seres humanos con sus virtudes y defectos, esos mambises sin acceso a Internet, de pronto quedan a igual nivel de valentía con “algunos historiadores que han sacado a la luz pública datos que se nos eran negados o que al menos los historiadores habían obviado en sus libros”.
Rechazar y criticar las hagiografías no significa vilipendiar y arrastrar por el lodo a aquellos hombres que lo dieron todo, incluyendo sus haciendas y vidas, por Cuba.
1821 y 1834 fueron breves respiros contitucionales, aceptados a regañadientes, por los peninsulares en los altos puestos de la burocracia colonial, la autonomía de 1897 no fue más que un intento fallido de España de apaciguar a los cubanos y sus ansias separatistas. Sin embargo debemos aceptar que los dos períodos constitucionales no han sido debidamente estudiados, ni adecuadamente abordados en la historiografía nacional. Es mi criterio personal que ambos períodos a pesar de su brevedad fueron escuela de autogobierno e influyeron positivamente en la formación de la nación cubana. Pero esos respiros fueron cortos, fugaces, breves entreactos en la sostenida política de las facultades omnímodas de los Capitanes Generales, la cual, para ser honesto, tenía una considerable base de apoyo en la población de la Isla.
“Resulta que la mayoría del pueblo cubano estaba por la Autonomía. Eso es algo de lo que nunca se me dijo en la escuela y que no se habla”, ¿de dónde salió esta conclusión? ¿Quién hizo este poll en la población cubana de entonces? Que habían simpatizantes de la Autonomía, sin lugar a dudas, que en esa corriente política, heredera del reformismo de inicios y mediados del XIX, había una representación respetable de lo mejor de la ‘intelligentsia’ de la época es una realidad histórica innegable, pero de ahí a definir esa corriente como la predominante va un largo trecho.
Pero entremos a un asunto a un más serio: “Según las órdenes del General dominicano Máximo Gómez, había que destruirlo todo, los cañaverales, los ingenios, los ferrocarriles que tanto trabajo y sangre costó construirlos. Iban por los pueblo incendiando casas, negocios, etc.”, y por esa línea siguen ideas tan infelices como que la Reconcentración de Weyler fue la respuesta “que nunca analizamos” a las salvajadas de Gómez y Maceo, estamos aquí a punto de justificar a Weyler y condenar a nuestros mambises, que por cierto no andaban por ahí quemando pueblos.Estoy de acuerdo con eso de: “que en honor a la verdad y a la Memoria Histórica cubana, se debe estudiar bien todo y balancear la información”, pero lo que menos tiene el trabajo que comentamos es estudio y balance lo cual queda evidenciado cuando en un párrafo más abajo se dice que: “Se sabe que la mayoría de los mambises eran haitianos y jamaiquinos que ni siquiera hablaban español.” Falta de estudio de los documentos y testimonios de la época; que eran negros la mayoría de los soldados de fila del ejercito mambí, de eso da testimonio hasta el mismo Gómez en su Diario, pero hatianos y jamaiquinos, vaya esa si que es tan nueva como la Internet.
Y finalmente de qué balance se habla cuando se dice con tranquilidad algo como esto, refiriéndose al “General dominicano Máximo Gómez” [que entre paréntesis finalizada la guerra y en plena ocupación norteamericana fue recibido en la Habana como lo que era: un héroe, con las multitudes abalanzándose sobre él para tan siquiera tocar brevemente u observar desde lejos al líder de ese mambisado salvaje y sanguinario]: “Quizás al ser extranjero no le importó destruir la economía del país y sobre todo los ferrocarriles que son nuestro orgullo, pues fuimos después de EU el primer país en tenerlos.” Vaya que si esto es balance y objetividad que nos coja Dios confesados.
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