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miércoles, 28 de enero de 2015

¿Castro vs. Castro?


Waldo Acebo Meireles

Que yo sepa, o recuerde, solo existe un caso anterior en el que el líder original de un proceso revolucionario entrase en conflicto con su sucesor en el poder, y me refiero a las cartas de Lenin al Comité Central conocidas como su testamento y que algunos consideran apócrifas. En ellas Lenin critica a Stalin con fuerza y no solo duda de que el mismo este a la altura del cargo Secretario General del Partido, sino que invita a que sea remplazado del mismo.

No resulta tan contundente e imperiosa esta última comunicación del exmandatario alejado de sus prerrogativas como él mismo admite desde el 2006, pero que sin embargo ha estado, a lo largo de estos años, opinando, aconsejando y discutiendo sobre los más diversos asuntos: nacionales, internacionales e inclusos cósmicos.

Esta llamada carta a la FEU deja en la boca cierto sabor a reticencia, a inconformidad, a una especie de pataleta comedida de un líder desposeído de su juguete primordial: el poder omnímodo, el cual le permitió poner a un país entero en la ruina.

El pueblo de Cuba recibió este caudal de sabiduría por todos los medios disponibles, la televisión y el libelo conocido como ‘Granma’ y se habrá enterado de varias cosas que desconocía: aún están viviendo en el período especial en tiempo de paz cuestión que nunca había sido aclarada, por lo menos oficialmente, aunque se vivía a diario.

También se enteraron que en dos ocasiones los cubanos estuvieron en las mirillas de las armas nucleares, una cuando la Crisis de Octubre y la otra cuando los sudafricano estuvieron dispuestos a utilizar bombas nucleares contra las tropas cubanas si se aventuraban a cruzar la frontera, esto fue confirmado recientemente en una entrevista en la televisión miamense por el Gral. Rafael del Pino que se entrevistó con el alto mando de la aviación militar de Sudáfrica en busca de información para el libro que estaba redactando.

Ahora el pueblo también sabe que el anciano ex-gobernante no está del todo convencido, más bien está totalmente desconfiado con relación a las intenciones de los EE.UU., esto debe haber caído como el clásico jarro de agua fría sobre las esperanzas, sin lugar dudas hiper-infladas, que los cubanos habían puesto en estas negociaciones.

Sin embargo algo positivo debemos de apuntarle al dictador en cama: a lo largo de los años, y hasta ahora, ha sido consecuente con su decisión tomada desde la prehistoria de este drama insular de que su verdadera lucha era contra el vecino del norte, como él dice al final de su carta: “Con este espíritu he luchado y continuaré luchando hasta el último aliento.”

¡Solavaya!

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