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domingo, 30 de noviembre de 2008

Uno de los olvidados: Jorge Bolet




Waldo Acebo Meireles

El presente mes, se cumplió otro aniversario del nacimiento del más importante pianista cubano en la pasada centuria, el habanero Jorge Bolet, nacio en La Habana el 15 de noviembre de 1914 y murió olvidado en Mountain View, California, en 1990, después de más de 50 años de exilio.

Bolet fue un excelente intérprete de la obra pianística de Lizt, Chopin y Rachmaninov, entre otros, y alcanzó un virtuosismo al nivel de los mejores pianistas del mundo. Sus clases magistrales, así como otras interpretaciones por suerte se conservan y pueden ser observadas en YouTube, son un claro ejemplo no solo de su maestría, su profundidad, su dominio de la interpretación de los compositores románticos, sino también de sus capacidades pedagógicas[1].

Sin embargo a lo que queremos referirnos aquí es a una de sus primeras grabaciones, en realidad a la segunda[2], la cual por pura casualidad adquirimos a inicios de los años 60 en una librería de “viejo”, que si mal no recuerdo se llamaba Gelado, se encontraba a unos pasos del edificio Masónico, por Belascoaín.

A Bolet nunca lo había oído y la obra que interpretaba en ese viejo disco de vinyl me era en esos momentos desconocida: el segundo concierto para piano de Prokofiev; por otra parte el sello de la compañía de grabación no auguraba nada bueno, ya que la Remington no estaba ni tan siquiera en la segunda línea, era una marca que producía discos baratos. Pero me llamó la atención que al dorso se encontraba una dedicatoria del mismo Bolet a una persona llamada Margot, era una humilde dedicatoria, no recuerdo el texto exactamente, pero reclamaba que oyese con simpatía su interpretación.

Compré el disco y al llegar a mi casa me dispuse a oírlo, la experiencia fue impactante, estaba ante una obra pianística de tremenda dificultad que Bolet solventaba de manera increíble y en apariencia con una facilidad fuera de lo común, estaba oyendo una obra maestra por un pianista magistral.

Al salir de Cuba entre otras cosas, tantas, quedó allá ese disco; aquí traté de obtenerlo pero fue imposible nadie conocía del mismo, no existía una versión en CD, o en ese momento no la encontré[3]. Con el paso del tiempo un día encontré el disco en un conocido ‘site’ de subastas, pero la oferta inicial era de $100, no estaba a mi alcance, en esa ocasión si no mal recuerdo la puesta final fue de unos $400.

Aquello despertó mayor interés en mi, qué había pasado, cómo un LP de un sello de tercera categoría, con un pianista no muy conocido, una orquesta y un director, que no eran ni por asomo de primera línea, podía tener esa valoración comercial.

La curiosidad me llevó a descubrir muchas cosas que intuía pero no conocía, por ejemplo que Emil Gilels, el genial pianista soviético, había dicho que Bolet era el único pianista occidental que entendía el segundo concierto de Prokofiev, yo me atrevería a decir, después de oír al mismo Gilels en ese concierto, que Bolet era el único pianista en el mundo que lo entendía. [4]

Resultó que la versión de Bolet fue la primera grabación en disco del segundo concierto de Prokofiev, y todo parece indicar que resultó la introducción del concierto en el repertorio mundial. Lo curioso sobre Bolet es que él fue reconocido en su época como un buen interprete de Lizt, pero jamás de Prokofiev. Es de esas cosas raras en el arte: un pianista casi desconocido en ese momento, con una orquesta que no era de primera, un director de tercera y una marca de disco de quinta, producen una versión genial.

Supe así que Bolet se había unido a las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos en la II Guerra Mundial; que había participado en la ocupación del Japón e incluso dirigido la premier del ‘Mikado’ de Sullivan y Gilbert en Tokio; que durante mucho tiempo la crítica le fue adversa, lo consideraban demasiado ‘virtuosista’, y sólo después del famoso concierto de febrero 25 de 1974 en el Carnegie Hall [5], y nada menos que con la crítica laudatoria de Harold C. Schonberg, recuperó la atención, ahora favorable, tanto del público como de la crítica; él fue el pianista que realizó la banda sonora de la película ‘Sueño de amor’ [Song Without End] sobre la vida de Lizt; grabó decenas de discos, ahora para los sellos más distinguidos y pasó a ser un mimado de las grandes salas de concierto de Europa.

No cejé en mi búsqueda hasta que con un golpe de pura suerte, hace unos tres años, pude adquirir el LP original a un precio permisible a mi bolsillo, en una subasta en Alemania; el disco estaba en aceptable condiciones, pero yo me he preguntado, ¿cuánto valdría aquel que quedo en La Habana autografiado por Bolet? Para mi no tenía precio, y lo tuve que abandonar.

La salud de Jorge Bolet comenzó a declinar en 1988, su última aparición fue un recital en el West Berlin Philharmonie el 8 de Junio de 1989; ese mismo año fue sometido a una operación del cerebro, muriendo de un fallo cardiaco a mediados de octubre de 1990. El New York Times le dedicó un amplia nota necrológica.

Hoy en Cuba nadie, o casi nadie, conoce a este extraordinario pianista con una trayectoria sin comparación con ningún otro intérprete cubano, es uno de los tantos olvidados.

[1] Observe sus cualidades pedagógicas en este clip
[2] La primera fue de obras de Lecuona, Albeniz, Falla y Granado para el sello discográfico Boston Records
[3] Existen tres versiones en CD: La primera es de 1974 una versión en stereo, Turnabout Vox TV-S 34543 este sello adquirió los derechos de la Remington pero que no se encuentra en el mercado, es la versión original y aprovecha el experimento que la Remington se encontraba realizando cuando se efectuó la grabación en 1953 con el uso de múltiples canales en cinta magnética, sin embargo esa compañía carecía de la tecnología para trasladar el sonido stereo a la placa de vinyl, esta la desarrolló la RCA pocos años después. La segunda grabación es de 1973, y está descontinuada, es un CD del sello Genesis e incluye el tercer concierto para piano de Prokofiev, la orquesta es la Nuremburg Symphony Orchestra, bajo la dirección de Ainslee Cox, pero no está a la altura de la de 1953 y finalmente existe una grabación de Naxos en la serie Classical Archives que se puede adquirir en formato mp3 por la ridícula cantidad de $3.99 pero en cualquier país menos EE.UU. por razones de ‘copyright’. Esta es la versión original de 1953 de la Remington en stereo. Jorge Bolet con la Cincinnati Symphony Orchestra, bajo la dirección de Thor Johnson. Una forma de oír e incluso copiar este concierto, si se posee una apropiada tarjeta de audio es siguiendo este link.
[4] El año pasado (2011) mucho después de haber escrito este artículo escuché una versión del Segundo Concierto para Piano de Prokofiev por el pianista Yefim Bronfam con la Orquesta Filarmónica de Israel, bajo la dirección de Zubin Metha, es un CD Sony de diciembre de 2007, que reproduce una versión anterior de octubre del 1994, la misma se equipara con la version de Bolet, sin embargo Bronfam es un especialista en Prokofiev con todos los Concierto y Sonatas para Piano grabadas y Bolet no lo era.
[5] De este recital existió una grabación en vivo en un set de dos LP RCA Red Seal ARL2-0512. Stereo


Para oír a Bolet:
A continuación podrán oir el segundo movimiento del Concierto para piano No.2 de Serguei Prokofiev, esta es la grabación original de 1953 con Thor Johnson y la Cincinnati Symphony Orchestra, la transferencia analógica/digital y el proceso de mejorar el sonido, eliminar ruidos, etc., fue realizada por mi.

El segundo movimiento es un Scherzo que se desarrolla a una gran velocidad, es un ejemplo insuperable del virtuosismo de Jorge Bolet, que recorre el teclado con manos seguras y firmes y el tempo de la composición no disminuye la claridad expositiva. El tema que desarrolla está derivado del movimiento anterior y los metales aparecen recordándonos ese tema pero aquí asordinados y no con la violencia del primer movimiento.

A continuación el Segundo Movimiento Scherzo Vivace del Segundo Concierto para Piano, Opus 16:






jueves, 27 de noviembre de 2008

Recordando el 27 de noviembre.


[publicado originalmente en E. Ichikawa]

Waldo Acebo Meireles

No vamos a entrar al análisis, tantas veces realizado, sobre la inocencia de los estudiantes en cuanto a desacralizar la tumba de Gonzalo Castañón, ni tampoco sobre la culpabilidad de lo mismos, también múltiples veces reiterada, en cuanto a jóvenes amante de su patria. Vamos a referirnos a los monumentos que recuerdan esos funestos hechos.

Descontemos de entrada el parque “27 de noviembre”, que con sus bloques de concreto en las inmediaciones de San Lázaro e Infanta, no podemos considerar propiamente un monumento y empecemos por el primero que fue erigido en la fosa común que originalmente existió en el Cementerio de Colón[1], este pequeño y simple monumento, hoy desaparecido, dio paso con el traslado de los restos a un lugar más adecuado a uno de los ejemplos escultóricos de interés en el camposanto de 12 y Zapata.

· La primera obra escultórica

En 1889 por cuestación pública se erigió la tumba definitiva, esta tarea la llevó a cabo, con el fervor que lo caracterizaba, Fermín Valdés Domínguez, quien pagó de su peculio el lote de terreno donde se erigió el panteón[2]. La obra escultórica fue realizada en mármol de Carrara, por el escultor cubano José Vilalta Saavedra[3].

Este escultor mulato, radicado en Roma, dejó entre otras obras, el grupo escultórico que preside la entrada al cementerio y que representa las tres virtudes teologales, creado en 1904; el Martí del Parque Central en 1905 [con su errónea representación del escudo nacional][4] y el conjunto escultórico conocido como el panteón de ‘La Milagrosa’. Estas son sus obras más conocidas, todas ellas reflejando cierto espíritu romántico con reminiscencias del clasicismo greco-romano.

· La segunda obra escultórica

La segunda obra en rememoración de los estudiantes de medicina se la debemos también a Fermín Valdés Domínguez, aunque de manera indirecta. A mediados de 1901 el gobernador norteamericano Leonardo Wood dio la orden de demoler el antiguo edificio conocido como “Barracón de los Ingenieros” en los terrenos del Castillo de La Punta, uno de los paños del mismo había sido utilizado como paredón de fusilamiento[5]. Valdés Domínguez se personó antes el general y solicitó mantener un fragmento del muro a lo cual Wood accedió y felicitó el interés de salvaguardar la historia del país.

En 1908 el Ayuntamiento habanero decide levantar un monumento en ese lugar y se enfrenta a la Havana Electric Railway Co. que poseía para esos momentos los terrenos y se opuso tenazmente a cederlos. Pero la controversia se solucionó, gracias a la presión popular, y se erigió un templete que rodea y cubre el paño del muro. El mismo consiste de una planta octogonal sobre la que se alzan ocho columnas dóricas, además se añadió una placa en mármol en recordación de los caídos.

· Una obra en el poblado de Colón, Matanzas

Considerada cómo la única obra dedicada a los estudiantes en el interior del país, la misma fue realizada a finales de los años 40 por el escultor Fernando Taboada quien dejó una extensa obra de retratos y pequeños grupos escultóricos, [murió en 1980 ciego y olvidado en su taller del Cotorro] entre ellas se destaca el grupo que creó en la tumba de Ms. Ryder y su perro Rinti, ella fue la fundadora del Bando de Piedad en Cuba, y su perro se negó ha abandonar la tumba hasta morir de inanición. Decenas de bustos, incluyendo, entre otros a Maceo, Hemingway, Finlay, dejan constancia de sus excelencias como retratista.

La obra de Taboada la podemos considerar dentro del estilo art-deco y se caracteriza por las formas redondeadas y ondulantes; la dedicada a los estudiantes refleja un hada, o similar, que con sus cabellos flotando solo deja visible los rostros de los ocho estudiantes a los cuales intenta proteger con sus brazos extendidos alrededor. Es una bella representación aunque en un modesto emplazamiento.

· El tributo secreto.

Entre los estudiantes acusados se encontraba el bejucaleño Isidro Zertucha Ojeda, para su suerte en el ‘justicero’ sorteo sólo le tocaron 4 años de prisión, y recibió indulto, a regañadientes, el 10 de mayo 1872, junto con el resto de los supervivientes, gracias a la reacción del pueblo madrileño ante la injusticia cometida. Su hermano Máximo pudo huir y no ser encausado terminando sus estudios en México; en 1896 se unió a las tropas mambisas llegando a ser el médico de Antonio Maceo, redactando el acta de defunción del mismo.

Isidro Zertucha también terminó sus estudios convirtiéndose en un respetado y querido médico en su Bejucal natal. A finales de 1880 pasó a ser Regidor del Ayuntamiento, ocupando posteriormente el cargo de Alcalde, en 1887 estuvo entre los firmantes de la carta de agradecimiento a Fermín Valdés Domínguez por toda su labor reclamando justicia para los estudiantes asesinados.

En su breve estadía como alcalde dispuso la remodelación de la Plaza de Armas y para ello destinó parte de los fondos de la municipalidad, más los suyos, a erigir una estatua que sería la figura central del parque.

La escultura la realizó José Vilalta Saavedra, de quien ya hemos hablado, y representa a una diosa de la justicia sin venda, sosteniendo una balanza inclinada a la izquierda, ¡qué casualidad! Los bejucaleños la llaman afectuosa y jocosamente: la bodeguera.

A esta escultura la rodean ocho palmas[6] y ocho grandes florones en bronce el mismo material empleado en la balanza, aunque la estatua es de mármol de Carrara blanco[7]. El significado de este monumento es evidente, aunque Zertucha nunca lo admitió... ni lo desmintió.

Al inicio de la guerra del 95 Zertucha fue depuesto de su cargo el cual recuperó en 1899 por la Orden 91 del gobierno militar y en ese mismo año formó parte del grupo de exhumación de los restos de Maceo y Panchito Gómez Toro que encabezaba el Generalísimo Máximo Gómez.

Isidro Zertucha se mantuvo vinculado a las ideas autonomistas, a diferencia de su hermano Máximo que era independentista, ambos eran patriotas devotos y de probada dedicación y desarrollaron, uno en Bejucal y el otro en Melena del Sur, una extensa labor sanitaria y cultural.

Pero Isidro, como ya mencionamos, jamás dio su brazo a torcer en relación al monumento, que de él aceptar lo que es evidente le quitaría al pueblo de Colón la primacía por la posesión del único monumento a los estudiantes en el interior del país, ya que Bejucal tiene uno y desde el siglo XIX.


[1] En realidad no fueron enterrado en el cementerio recién inaugurado sino en las afueras, en lo que le llamaba ‘San Antonio Chiquito’, que no era tierra santa y a un metro más de profundidad siguiendo órdenes de la Iglesia.
[2] Fermín Valdés Domínguez le pagó a la Iglesia 919.80 pesos oro por la parcela, y al escultor se le pagó 20,860.57, colectados en la población, es decir que el costo total fue 21,780 pesos oro lo cual no se cuánto representa en pesos actuales o CUC, pero es un ‘billete largo’.
[3] El monumentote 10 metros de altura posee una amplia base donde se conservan los restos mortales de los jóvenes. Asimismo, tiene tres figuras femeninas marmóreas que significan la Inocencia, la Justicia y la Conciencia Pública. La Justicia, sin venda en los ojos, sostiene una balanza inclinada a la izquierda, y ya sabemos por experiencia lo que puede significar una ‘justicia zurda’.
[4] Por si a alguien le interesa, el error consiste en que aparecen seis franjas en lugar de cinco.
[5] La iconografía tradicional, el cuadro de Manuel Mesa, representa el fusilamiento como masivo, en realidad fueron fusilados de dos en dos.
[6] En 1915 en el parque de Guanajay también se sembraron ocho palmas en homenaje a los estudiantes.
[7] En el siglo XX, se le añadió una tarja de bronce con la efigie de Antonio Maceo que se puede ver en la foto de más arriba.

lunes, 24 de noviembre de 2008

¿Y lo demás es ruido?



Waldo Acebo Meireles

El libro de Alex Ross “The Rest Is Noise: Listening to the Twentieth Century” estuvo entre los finalistas del Pulitzer, considerado por el New York Time Book Review uno de los diez mejores libros del 2007; un ‘bestseller’. Que un libro con la temática de la música clásica[1] llegue a tener esta repercusión es algo que no podemos pasar por alto.

El Sr. Ross es crítico de música clásica del “The New Yorker”, lo cual de por si es una envidiable carta de presentación, la cual se diluye un tanto en el arrogante título que escogió para su primer libro.

Un libro puede tener múltiples lecturas en dependencia de los más variados factores que están inmersos en la época, en las vivencias o cultura del lector, su entorno social y un largísimo etcétera. Con mi lectura en particular ocurre que el libro me resultó de enorme interés cuando analiza el mundo musical alemán antes, durante y después de la Republica de Weimar; la influencia de New Deal de Roosevelt en el avance de la música clásica en los EE.UU.; el papel de las izquierdas [no fue una sola] en el desarrollo musical en el occidente; el ‘machartismo’ y el debilitamiento de las influencias populistas en la música; el totalitarismo [nazi y el soviético] y su papel en el mundo musical; el fugaz renacimiento musical en el Camelot de Kennedy y Leonard Bernstein.

Entre otros resalta sorprendentemente el aborde del papel desempeñado por las fuerzas de ocupación norteamericana en Alemania y la aplicación de la ordenanza emitida por la ‘Psychological Warfare Division’ con el nombre de ‘Music Control Instrucción No. 1”, sus consecuencias llegan hasta nuestros días y no solo en la esfera musical. A este interesante tema el autor le dedica todo un capítulo[2].

Sin embargo dentro de esos mismos aspectos que considero de alta significación en el libro debo mencionar algunas insuficiencias: tratar de enmarcar las posiciones ideológicas de los compositores durante la post-guerra, me refiero a la Primera, contraponiéndola a su proximidad o lejanía al vanguardismo musical a veces tiende a la caricatura. Las, en mi criterio, excesivas referencias a las preferencias sexuales de los músicos norteamericanos en la etapa del New Deal; el demasiado conciliador tratamiento de las posiciones adoptadas por los directores Herbert von Karajan y Wilhelm Furtwängler y el compositor Richard Strauss, durante el nazismo, en el caso de este último ni se menciona su inescrupulosa relación con Stefan Zweig.

En cuanto a las relaciones de los compositores soviéticos con Stalin, no añade nada nuevo en cuanto al estudio de las posiciones de Shostakovich; se queda más que corto en la valoración de la mezcla de ingenuidades y de fantasías en que navegaba infantilmente Prokofiev e ignora totalmente a Kachaturian que fue llevado al borde del suicidio.

En otro tipo de lectura debemos apuntar que el obsesivo interés del autor por encontrar un significado en el uso de los intervalos de quintas disminuidas en las composiciones que el considera trascendentes, llega a resultar agobiante y carente de real significación. Igual ocurre con sus detallados análisis de obras como las óperas “Salome” de Strauss o “Peter Grime” de Benjamin Britten.

En el tratamiento de la vinculación del jazz y la música clásica tampoco logra interesarnos ya que su atención se dirige más hacia lo que los compositores clásicos tomaron del jazz y no muestra mucho interés en como el jazz incorporó elementos del dodecafonismo, del serialismo y del atonalismo, así como la utilización de construcciones armónicas y disonancias que fueron asimiladas primeros por los que oían, cantaban y bailaban con esa música que por aquellos que se sentaban en las grandes salas de concierto.

Otro aspecto que no me llega a convencer es cierto regodeo sobre los elementos más escabrosos en la vida sentimental de los compositores y sus supuestas manifestaciones en el plano musical, los devaneos eróticos, las aventuras, los flirteos, las infidelidades, ocupan un espacio que no se justifica dentro del análisis estrictamente musical, por ejemplo: a qué viene toda una hiperbólica conjugación del libreto del homosexual Oscar Wilde con la figuración de la lascivia mezclada con la necrofilia en la “Salome” de Strauss y todo ello enredado con el supuesto carácter diabólico de los acordes en do mayor.

El dedicarle a Jean Sibelius todo un capítulo cuando prácticamente se ignoran compositores como Ottorino Respighi, Alan Hovhaness, Alexander Mosolov y tantos otros es, en mi criterio, inaceptable; ya se que para gusto se han hecho colores, pero ignorar tranquilamente el movimiento futurista ruso-soviético, y el italiano, y la significación que tendrían en la música concreta a partir de los años 40-50 es algo que va más allá de los intereses y las subjetividades de un musicólogo o un historiador de la música.

Pero me queda por mencionar lo que considero más grave de todo: El eurocentrismo desmedido de que adolece la obra. Latinoamérica aparece de refilón, de casualidad, cuando Aaron Copland visita a México y no queda más remedio que mencionar a Carlos Chávez y Silvestre Revueltas en tres breves líneas; la estancia de Darius Milhaud en Brasil obliga a una escueta referencia de Heitor Villalobos; y el paso de ese Milhaud por Cuba es acompañado por dos líneas erroneas sobre los danzones de Antonio María Romeu.

No voy a relacionar los innumerables músicos latinoamericanos que no mencionó con toda intención porque no podemos decir que no los conoce y vamos a demostrarlo en el caso de Amadeo Roldán: En el libro aparecen decenas de referencias a Edgar Varese y sin embargo no menciona jamás la obra “Ionisation” y cualquier musicólogo que se respete tiene que mencionar esa obra y además cometer el obligado error de señalar que fue la primera escrita para instrumentos de percusión solos.

Pero el sabe bien que no fue así que la primera obra para percusión la escribió Amadeo Roldán, por tanto no comete el error pero no menciona tampoco “Ionisation”, lo cual es algo imposible en un libro sobre música del siglo XX. ¿Y como yo se que el sabe lo que sabe y lo oculta?, sencillo: en su blog con fecha del 5 de noviembre del 2006 [aún su libro no había salido] aparece una descripción de sus andanzas por la “WFMU's Record & CD Fair” en Manhattan, que se realiza todos los años a finales de octubre, y señala:
“I came away with the Mainstream LP of the Manhattan Percussion Ensemble playing Roldán, Harrison, William Russell, Cowell, and Cage…”

Se esta refiriendo a la adquisición de la primera grabación realizada de las Rítmicas 5 y 6 de Roldán, alrededor de 1956. En las notas de ese LP se señala claramente que esa obra es anterior en un año [1930] a la archifamosa “Ionisation” de Varese [1931][3], él no pudo haber pasado por alto esas notas, por tanto ex profeso obvió la referencia a Varese.

A pesar de todo lo anterior recomiendo la lectura del libro, que debe haber salido en rustica [paperback] el pasado mes de octubre según el autor anuncia en su blog. Pero ya saben, lo demás es ruido y faltan un montón de nueces.

[1] En inglés el término ‘classical music’, parece no generar las controversia que se suscitan en español al utilizar el equivalente música clásica, el usar estos dos palabritas lleva a que algún purista diga que clásico fue un período ubicado [más o menos] entre el barroco y el romanticismo; u otro te dirá que clásico puede ser también un bolero o un son que haya mostrado sus insuperables virtudes. Si para evitar esto utilizamos otros, digamos, conceptos como: seria, o de concierto; o instrumental; etc. siempre nos encontraremos que a alguien no le encaja, aunque todo el mundo sepa perfectamente de que estamos hablando.
[2] Es interesante destacar lo hábiles que fueron los norteamericanos en esa ocupación en especial cuando la comparamos con la actual de Irak, para poner un ejemplo extremo; aquello que aplicaron fue como una especie de pre-Plan Marshall en la esfera intelectual.
[3] “The six RITMICAS of 1930 are studies in the rhythms of Cuban folk dance: No. 6 is a rhumba [SIC] and No. 5 is a son. Observe, by the way, that this work for percussion orchestra was written a year before the famous IONISATION of Edgard Varese wich, according to some historians, started the whole ball rolling.”


Nota cuasi académica:

La limitada representación de la música clásica latinoamericana, y en particular la cubana, en los catálogos de grabaciones, es penosa. En la edición del primer trimestre de 1959 del Catálogo Schwann, que en aquellos momentos era la biblia de las ediciones en formato ‘vinyl’, y fue el último que entró en Cuba, solo recogía una grabación que incluía una obra de Caturla, [ Suite cubana para 5 instrumentos de viento y piano] y otra de Roldán [Rítmica No. 1 para 5 instrumentos de viento y piano] era el LP Angel 35105 que con los auspicios de la UNESCO presentaba estas obras junto a un cuarteto para cuerdas del músico norteamericano Quincey Porter; todas eran estrenos mundiales. El LP, del que hablamos más arriba, no aparecía registrado, hasta las biblias se equivocan.

El Schwann del tercer trimestre de 1999, uno de los ultimo en ser publicado, con unas 900 páginas de formato grande [el de 1959 tenía unas 200 en pequeño formato] solo incluía unos 5 CDs en donde aparecían obras de Roldán, fundamentalmente las Rítmicas 5 y 6, la parte del león en la música cubana la tenía Lecuona con unas 20 grabaciones y Leo Brouwer con 40.

Esta situación no ha mejorado mucho en los 10 años transcurridos, el limitado esfuerzo realizado por los sellos discográficos cubanos no ha cambiado sustancialmente este triste panorama.

A continuación podrán oír la primera grabación mundial [1956] de las Rítmicas 5 y 6 por el conjunto de percusión ‘The Manhattan Percussion Ensemble’; en Cuba no se realizó una grabación de esta obra hasta 1969. La transferencia analógico/digital y el resto del proceso de realzar la calidad del sonido es un producto de mi diletantismo en este campo técnico.

Rítmica No. 5 Tiempo de son



Rítmica No. 6 Tiempo de rumba

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Un ferrocarril con poca suerte

[publicado originalmente en E. Ichikawa]

Waldo Acebo Meireles

La forma de comunicación más importante en el siglo XIX y parte del XX en Cuba, fue el camino de hierro, el Ferrocarril del Oeste fue uno de esos grandes avances en las comunicaciones y el desarrollo del país, sin embargo la historiografía cubana no le ha prestado gran atención, los motivos pueden estar en que el mismo no estuvo vinculado al avance de la industria azucarera[i] sino a la del tabaco, y por otra parte lo lento de su construcción, no fue hasta 1908 que se terminó su último tramo de Pinar del Río a Güane, fueron 50 años, lo cual redujo su importancia en relación al relativamente vertiginoso desarrollo ferrocarrilero en el resto del país.

Este ferrocarril a diferencia, por ejemplo, del de Habana-Bejucal-Güines fue desde sus inicio un negocio privado en manos de la poderosa y rica familia Pedroso, una de las más antiguas de la rancia aristocracia habanera, enriquecida con el tráfico de esclavos, el azúcar y para mediados del siglo XIX con el flamante negocio del tráfico de chinos el cual vincula a su nuevo proyecto ferrocarrilero.

Las obras comenzaron en marzo de 1858 y el tramo que iba desde la Estación de Cristina hasta Calabazar, quedó concluida en junio de 1860. La mano de obra utilizada fue fundamentalmente de “colonos” asiáticos y esclavos alquilados. Inicialmente ‘contrataron’ 751 chinos y alquilaron 119 esclavos de estos 870 trabajadores forzados 290 murieron antes de llegar a Calabazar. El costo de vidas humanas fue de 22 por cada kilómetro; cada tres días, como promedio, moría un hombre en las obras, accidentado o agotado por el excesivo trabajo y la pobre alimentación.[ii]

Esto no le importaba en lo absoluto a los propietarios y en un informe del Ingeniero Jefe de las obras para una junta de accionista efectuada en 1859 se realiza el cálculo económico de por que era más negocio el ‘contratar’ chinos que el alquilar negros esclavos o pagarle salario a un trabajador libre; aunque muriesen centenares y se perdiese lo que habían costado los chinos ‘contratado’ era más barato que pagarle 25-30 pesos al mes a un asalariado o aproximadamente la misma cantidad por un esclavo alquilado.[iii]

El trabajo de los chinos fue el que permitió la construcción del Ferrocarril del Oeste y en particular el viaducto sobre el río Almendares que resultó la parte más compleja y difícil de la obra y que, debido a las crecidas del río, hubo que reiniciar en dos ocasiones.[iv]

El Ferrocarril del Oeste tendrá de inmediato, para el territorio al sur de La Habana varias consecuencias: el aumento del paso de viajeros que en el mes de noviembre de 1860 llegó a más de 10 mil personas; se aceleró el desarrollo de los poblados de Arroyo Naranjo y Calabazar donde existían apeaderos y se incrementa la cantidad de veraneantes al Cacagual[v], y con ello la construcción de villas de recreo y residencias de veraneo; se inicia el desarrollo de Los Pinos a partir del apeadero allí construido; se elevó el valor de la tierra en las zonas aledañas a la vía ya que ahora existía una forma económica y rápida de extraer sus producciones y abastecer el creciente mercado habanero. Es decir que se produjo un beneficio económico pero a un costo terrible en vidas humanas.

[i] El excelente libro sobre el tema “Caminos para el azúcar” de Oscar Zanetti y Alejandro García prácticamente ni lo mencionan.
[ii] En la página Web del Museo del Ferrocarril, ubicado precisamente en la Estación de Cristina, no se hace mención alguna al costo de vidas humanas.
[iii] Uno de los documentos más terribles que he leído, se encuentra en los fondos del Archivo Nacional de Cuba [ANC], fue precisamente ese informe del Ingeniero Jefe, presentado en forma de un folleto preparado para los accionistas. Es un estudio detenido, frío y exacto acerca de costos, gastos, perdidas y ganancias; pero de lo que se habla es de vidas humanas. Suponemos que, aunque no lo dice el informe, dentro de los cálculos estaba también el factor de que eran los propios Pedrosos los que suministraban la mano de obra asiática y eso era también parte del negocio.
[iv] Los chinos resultaron más capaces y hábiles que los negros esclavos, lo cual se corresponde con factores de índole histórica, cultural y social, pero también resultaron inmanejables, un golpe dado a un chino terminaba, generalmente, o con la muerte del agresor o con el suicidio del asiático, los códigos éticos que permeaban el pensamiento de los asiáticos asumían la violencia física ejercida sobre ellos como un deshonor. Pronto los capataces aprendieron estas sustanciales diferencias, en la misma medida los chinos se organizaron en estructuras más o menos secretas, que en caso necesario se cobraban violentamente la agresión contra alguno de sus miembros.
[v] No confundir con el Cacahual, entre Santiago de las Vegas y Bejucal, donde reposan los restos de Antonio Maceo y Panchito Gómez Toro. Este era un manantial de supuestas aguas medicinales y el arroyo que originaba, en la actualidad prácticamente desaparecido, estaba en las proximidades de lo que hoy es la cafetería “Galápagos de Oro”. En sus alrededores la pujante clase media habanera construyó decenas de sitios de recreo y casas de veraneo.

domingo, 16 de noviembre de 2008

La toma de La Habana por los ingleses: su repercusión extramuros.

[publicado originalmente en E. Ichikawa]

Waldo Acebo Meireles

Al producirse el ataque inglés contra la fortificada ciudad de La Habana, todo el territorio que quedaba fuera de sus murallas se convertía de hecho en zonas avanzadas para la defensa o, desde otro punto de vista, y según las operaciones militares, en la retaguardia.

El territorio extramuros desempeñó ambos papeles en distintos momentos del asedio y defensa de La Habana.[i]

Acciones de defensa avanzada en el territorio extramuros.

Existen pocos documentos que testimonien acciones combativas en el territorio al sur de La Habana, sin embargo las peculiaridades del mismo, con elevaciones de interés militar en las proximidades a la ciudad, más algunos datos existentes, nos hacen suponer que en esta región se produjeron acciones de alguna importancia.

Por ejemplo en el Libro de Defunciones de la parroquia del Calvario el cura Pedro Castro Palomino, que procedía de una importante familia habanera, dejó anotado, entre julio y agosto de 1762, el enterramiento de 14 defensores vecinos del Calvario entre ellos 6 criollos nacidos en esta localidad, dos de origen canario, y tres negros y pardos libres también vecinos del lugar.[ii]

El cura Castro Palomino pasó a desempeñar las funciones de Capellán de las tropas locales, asumiendo las funciones de la iglesia el cura de Jesús del Monte que había sido evacuado hacia el Calvario. Todo ello nos hace suponer que las milicias de esa localidad no sólo se aprestaron a la defensa, sino que realizaron varias acciones combativas en donde sufrieron las bajas señaladas.

Otro elemento que nos permite suponer acciones en el territorio fue la retirada que efectuó el coronel Caro, desde las lomas de Jesús del Monte y del Mazo, hacia la loma de San Juan, donde hoy se encuentra el Hospital Aballí. Con esta retirada, efectuada el 25 de junio, el jefe español ponía nuevamente de manifiesto su posición vacilante y nada heroica, lo cual contrastaba con la actitud de los criollos.

Una nueva evidencia de la participación de los vecinos del territorio en la lucha es una carta del propio coronel Caro, con fecha 18 de junio, a pocos días de comenzada las acciones, al Gobernador Juan del Prado, en ella se dice que la gente de campo se presenta a combatir como voluntarios pero carecen de armas de fuego, señalando a continuación: “En Managua y San Juan puede ser (que) haya algunos con escopetas”

Aunque no podemos asegurarlo hay suficientes evidencias para suponer que el caudillo “Pepe” Antonio y sus milicianos realizaron operaciones combativas en la zona norte del territorio y no sería descabellado suponer que haya integrado a los milicianos de la zona a sus fuerzas guerrilleras.

También tengo la certidumbre de que el Castro Palomino[iii] que le escribiese a Nicolás Joseph de la Ribera, uno de los primeros historiadores de Cuba, una carta describiéndole la defensa de La Habana y la tragedia que para los habaneros significó la capitulación; fue precisamente el párroco del Calvario y capellán de las milicias. En esa carta se refleja el valor de los criollos, por ejemplo al señalar: “tan lejos estuvo de amedrentarse nuestra gente, (…) que clamaban a gritos por salir a campaña”.

El territorio en la retaguardia

Al producirse el sitio y bombardeo de La Habana por la flota inglesa, se decidió la evacuación de parte de la población, en particular mujeres, niños y ancianos, frailes y monjas; estos, protegidos por cinco hombres armados, e iluminados por la llamas de los barrios extramuros incendiados, salieron al anochecer de la amurallada ciudad en búsqueda de refugio en las poblaciones cercanas a la capital. Entre estas estaban el Calvario y Managua.

El viaje fue largo y penoso, bajo un fuerte aguacero que convertía los caminos en lodazales, haciendo aún más difícil la marcha. Las largas filas avanzaban temerosas de ser atacadas por los ingleses, por lo que el miedo, el cansancio y lo difícil del camino agotó a los que buscaban refugio, los cuales fueron recibidos cariñosamente en las mencionadas localidades a pesar de lo escasos recursos que ellos mismos poseían.

Los refugiados fueron ubicados en las estancias, ingenios y en las poblaciones, recibiendo cada uno un real y dos al cabeza de familia para ayudarlos en su manutención.

El 10 de junio se designó a Juan Ignacio Madariaga, Capitán del navío “El Tigre” y capitán de bandera del General de la Escuadra, Marques del Real Transporte, como comandante General y Gobernador Subdelegado de la Isla, para todo lo que ocurriese fuera de la ciudad sitiada. Con ese fin Madariaga se situó en el ingenio ‘Marrero’, en las proximidades de las alturas de Managua y desde allí organizó el abastecimiento de víveres y municiones que llegaban desde otros lugares de la isla.

Por tanto prácticamente, como legalmente, Managua se convirtió en lo que pudiéramos llamar la sub-capital de Cuba, y ese carácter lo mantuvo hasta dos semanas después de la rendición de La Habana, cuando las tropas inglesas ocuparon Managua.

El ingenio y sus cercanías fueron fortificados y se emplazó artillería para la defensa del lugar ya que al mismo no sólo se llevaron diversos objetos y cuantiosos fondos del gobierno, sino que además sirvió como cárcel provisional para los prisioneros ingleses. Sobre este último aspecto se conserva un diario de autor desconocido que el día 17 de julio, entre otros hechos deja anotado el siguiente:

“… los que vinieron del Puerto Príncipe [Camagüey] fueron a Guanabacoa y hallaron muchos enemigos enfermos, y los llevaron al pueblo de Managua, en donde habían cerca de 800 prisioneros, quienes se habían rebelados contra los nuestros, y les costó muy caro pues quedaron muy pocos vivos.”[iv]

Demostrativo también de la peculiar situación de Managua fue la captura de dos espías ingleses, los cuales fueron ajusticiados, uno ahorcado en una mata de aguacate que existía en la plaza de la iglesia y el otro fusilado en el batey del propio ingenio Marrero.[v]

Consideramos que el rol más importante desempeñado por el territorio fue el de aprovisionamiento de la ciudad sitiada. Don Lorenzo Montalvo, dueño del ingenio ‘Ojo de Agua’, en el Calvario, entregó, sin pedir pago alguno, bueyes, herramientas e incluso su dotación de esclavos, de los cuales murieron 23 en las tareas de defensa, arruinándose su ingenio.[vi]

Gonzalo Recio de Oquendo, de quien tendremos que hablar nuevamente, y que poseía un ingenio en Managua, fue el encargado de aprovisionar de alimentos al ejercito y las milicias, lo cual realizó acopiando reses en San Juan, Calvario, Managua y Santiago de las Vegas. Su excelente labor fue reconocida en el acta del Cabildo del 20 de agosto de 1762.

Situación del territorio después de la capitulación.

Existen documentos que reflejan que otros ricos propietarios del territorio, como Don Jacinto Tomás Barreto y Baltasar Sotolongo, con ingenios y tierras en Managua y el Calvario, manifestaron su oposición a los ingleses desde el inicio de de la ocupación.
Por ejemplo la negativa de Sotolongo a entregarles a los ingleses los fondos, que como tesorero tenía bajo su custodia, motivó que estos en represalia le incendiaran su ingenio ‘Carbonera’ en el Calvario. Ello no intimidó a Sotolongo que entregó los fondos, unos 16 mil pesos, al Conde de Ricla después de restaurado el gobierno español en La Habana.

Lorenzo Montalvo se negó a aceptar los acuerdos de capitulación lo cual le valió que, al finalizar la ocupación inglesa, le fuese concedido el título de Conde de Macuriges y el cargo de Intendente de Marina, la perdida del ingenio ‘Ojo de Agua’ quedó ampliamente compensada, pero los muertos fueron los esclavos.

No fue igual el destino de Recio de Oquendo quien colaboró con los ingleses, con igual eficacia que la desempeñada en el suministro de las tropas españolas y las milicias que defendieron La Habana. Por ello fue una demanda popular, al concluir la ocupación, el reclamar que fuese ajusticiado por traidor. Sin embargo gracias a sus buenas relaciones logró que solamente fuese deportado, por poco tiempo, terminando su vida como Marqués de la Real Proclamación y dueño de diversas propiedades, entre ellas un ingenio en Managua.

Entre el 15 y el 16 de agosto se completó la ocupación del territorio por las tropas inglesas, y fueron hostigadas por partidas armadas que se movían alrededor de La Habana, el sur del territorio con sus lomeríos y montes fue zona regular de cobijo para esas partidas.

Pero no todo fue odio y rencores, como dato curioso anotamos que en el Libro de Bautismos y de Matrimonios de la iglesia de Managua quedó registrado el bautismo de un inglés, que así aceptaba la religión católica para poder casarse con, la que suponemos una bella joven, de ese poblado.[vii]


[i] El fenómeno de un enfoque habanero de la historia nacional, de larga tradición que se remonta a los primeros historiadores, deja en la oscuridad aspectos que iluminan los procesos históricos con otra luz, en este caso particular los elementos recopilados brindan una visión más humana y quizás más terrible de un hecho que sin dejar de haber sido ampliamente tratado no ha brindado todo el contexto del hecho histórico. El trabajo de los historiadores locales de otros territorios colindantes con la ciudad ampliarán esta visión.

[ii] Que en menos de dos meses [los combates terminaron el 12 de agosto] murieran 14 personas, sin considerar los posibles heridos de los cuales no tenemos ningún dato, es un indicador de la violencia de las acciones; para tener una magnitud del drama supongamos que la población actual de Cuba perdiese la misma cantidad relativa de personas en combates, esto sería unas 90,000 muertes en menos de dos meses, una total catástrofe. El número de heridos no debió ser mucho menor a esa misma cantidad de 14, si aplicamos la correlación muertos/heridos de las tropas de la Unión en la Guerra Civil, que son los datos más cercanos a la época, y los más confiables, que contamos. Los otros tres muertos de los cuales no se señala origen, o procedencia, posiblemente eran esclavos, fue un hecho común durante los enfrentamientos que participaran esclavos, o quizás vecinos de otras localidades por lo cual el cura Palomino carecía de información para efectuar el completo registro en el Libro de Defunciones y Enterramientos.

[iii] En nuestra búsqueda de información, en Cuba, sólo encontramos un Castro Palomino entre los eclesiásticos de esa época; sin embargo utilizando las posibilidades que da la Internet encontramos otro: el padre Miguel de Castro Palomino, vicario general de la iglesia del Ángel Guardián en 1772, sin embargo seguimos pensando que fue D. José Agustín de Castro Palomino, quien pronunció el elogio fúnebre del obispo Morell y Santa Cruz, emparentado con Calvo de la Puerta y que fuera secretario de cámara y de gobierno en la Audiencia de Santo Domingo (su firma aparece de 1775 a 1780). Según Trelles, escribió en 1783 una Breve descripción de la Isla de Santo Domingo, en veinte y cinco hojas.

[iv] Sin lugar a dudas que esto debe ser una exageración, tanto por el número de prisioneros como el de que quedasen muy pocos vivos.

[v] Las diferentes formas de ajusticiamiento nos hacen suponer que el ahorcado no era inglés y por tanto recibió tratamiento de traidor y fue ajusticiado públicamente, mientras que el fusilado recibió un tratamiento más “honorable” y en privado.

[vi] La participación activa, e incluso combativa, de los esclavos es un hecho sumamente documentado, lo que no está establecido es qué impulsó a los esclavos a arriesgar su vida defendiendo un régimen que los oprimía bárbaramente. ¿Se les prometió la libertad? ¿Se les amenazó? ¿Se les engañó? No hay una respuesta. Por otra parte la muerte de 23 esclavos propiedad de Montalvo supone que alrededor del 50 %, de la probable dotación de su ingenio, fue exterminada, y explica la ruina del ingenio ‘Ojo del Agua’, dado que era la dotación de esclavos el capital productivo básico de cualquier ingenio de esa época.

[vii] Los casamientos, o uniones, entre las habaneras y los ingleses no fue un hecho poco común y fue muy censurado, como se refleja en el siguiente fragmento: “Sin embargo en este corto tiempo no dejamos de llorar el desorden de algunas mujeres que abandonando su religión, su honor. sus hijos y su patria, se han embarcado con ellos, y dos que contrajeron matrimonio según el rito protestante” Un Jesuita habanero al Prefecto Javier Bonilla, de Sevilla [La Habana 12-12-1763]

Por aquella época se cantaba la siguiente tonadilla:

Las mujeres de La Habana
no tienen temor de Dios
pues se van con los ingleses
en los bocoyes de arroz

Pero en descargo de las sufridas habaneras del siglo XVIII, las cuales no debemos suponer como “proto-jineteras”, digamos que por esos años el encontrar un “buen partido” era algo bastante difícil, los matrimonios ajustados y arreglados llevaban años, múltiples gestiones y complejos análisis, y en muchos casos todos los planes culminaban en la entrada casi forzosa de la casadera en un convento.

El caso de la managüense y el inglés seguramente fue atípico ya que ella no abandonó su religión sino que fue el inglés el que abandonó la anglicana para adoptar la romana, al no ser que fuera un irlandés, lo cual no creo dado su apellido, de seguro que la joven valía cualquier excomunión.

sábado, 8 de noviembre de 2008

¿Qué Historia de Cuba enseñaremos?

[publicado originalmente en el blog de Ichikawa]

Waldo Acebo Meireles

En algún momento habrá un después, que tipo de después, eso es más complicado, pero es casi seguro que habrá un después. Es para ese ‘después’ que intentamos hilvanar estas líneas.

En ese después es muy probable que se decida por alguien, o ‘algo’, que la enseñanza de la Historia es un desastre y por tanto hay que mejorar, reformar, revolucionar, perfeccionar, rehacer o quizás hasta eliminar[1] la enseñanza de la Historia en particular la de Cuba.

Que la enseñanza de la Historia y muy en particular la de Cuba es un desastre no requiere mucho análisis, es el descubrimiento del agua tibia. Sin embargo de vez en cuando a alguien se le ocurre comprobarlo[2] para encontrar que los profesores de Historia en la enseñanza media, [en los años 90] en una gran proporción eran incapaces de mencionar tres historiadores cubanos; u ordenar cronológicamente diferentes hitos históricos.

Resultados como estos no solo hablan muy mal de la enseñanza de la Historia, sino de la formación de esos profesores, es decir que dejan al desnudo los serios problemas que enfrentara el ‘después’ desde la primaria hasta, necesariamente, la Universidad.

Sin pretender historiar el devenir de la enseñanza de la Historia quisiéramos destacar algunas etapas y nuestra valoración:

· Primeros años del siglo XX la Historia de Cuba se trataba como anécdotas sin mucha o ninguna correlación o coherencia y de forma casual. Como es de suponer en el XIX no se trataba, salvo quizás algún arriesgado maestro que tocaba algún aspecto en su clase. Los intentos de la Sociedad Económica de Amigos del País no rindieron fruto en cuanto a la enseñanza de la historia de la Isla.
· La enseñanza de la historia ya fue incluida en los planes elaborados por maestros cubanos y que fuesen puestos en vigor por la Circular 5 del gobierno de intervención. A partir de los años 20 se sistematizó la enseñanza de la Historia en la primaria y el nivel secundario, la influencia de profesores, como Ramiro Guerra, quienes tomaron cursos de veranos en Harvard, fue en la práctica significativa y trazó caminos, por otra parte, R. Guerra dejó una obra de incalculable valor.
· Hasta finales de la década del 50 la enseñanza de la Historia no rebasó el nivel anecdótico, carente de serios análisis factuales y en general de una búsqueda de determinaciones causales. El carácter memorístico de la enseñanza de la Historia, por decir lo menos, era medieval y a contrapelo de las ideas de la escuela moderna, del pensamiento pedagógico cubano de esa época.

Sin embargo esas debilidades eran, salvadas por maestros y profesores que ‘ad libitum’ incorporaban sus experiencias y aplicaban sus voluntades renovadoras en sus clases. Feliz época en que los programas aún no eran “un documento estatal de obligatorio cumplimiento”. Ello le permitía a Hortensia Pichardo aplicar técnicas investigativas en sus clases en el Instituto de la Víbora, o a Portuondo, en el mismo centro de educación, no limitarse a sus brillantes narraciones sino propiciar intercambios de opiniones sobre personajes y acontecimientos. Líneas del tiempo, mapas de historia, documentos, y otros elementos esenciales, eran utilizados por ese entonces en las clases por aquellos maestros y profesores inmersos en la cultura pedagógica cubana,[3] existía un potencial en camino de materializarse en una enseñanza moderna de la Historia.

Pero como decía el inefable Carlos Puebla: “llegó el comandante y mandó a parar”. El período post 59 [y ‘pre-después’] comenzó desde el punto de vista del aborde de la Historia de Cuba con un gran desatino: El Manual de Orientación Cívica. Este engendro, redactado a la carrera, incluía un bodrio con ínfulas de rescribir la Historia de Cuba engendrado por alguien de quien prefiero ni acordarme[4].

A alguno se le ocurrió utilizar dicho manual en las escuelas pero al parecer triunfó alguien más cuerdo y se comenzó a emplear un par de tomitos de Sergio Aguirre, y otro par de tomitos que no mencionaban su autor.[5] Además en la enseñanza media se utilizaba el libro de Portuondo pero con los capítulos de la etapa republicana cercenados. A Portuondo al parecer no le quedó otro remedio que aceptar la mutilación a cambio de una relativamente amplia distribución de su excelente texto.

En los años 70 se produjo el proceso que se llamó ‘Perfeccionamiemto’, como una de las consecuencias del Congreso de Educación, al que luego se le añadió Cultura, que tan nefastas consecuencias trajo para ambas, la Educación y la Cultura.

El Perfeccionamiento logró acabar con lo poco que quedaba de la tradición pedagógica nacional, eliminándose de la enseñanza primaria los contenidos de Historia de Cuba, sustituyéndolos por los de Historia Universal, las pocas voces que se levantaron en contra de esa decisión promovida por los asesores soviéticos[6] fueron desoídas, por no decir aplastadas.

Los libros de Historia de Cuba fueron redactados por un grupo de maestros y profesores en el cual no todos tenían un real aval en la enseñanza, menos aún eran investigadores, y sin ninguna experiencia en el difícil arte, o ciencia, de redactar textos para la enseñanza.

Los resultados de esa combinación de seleccionar novicios, ignorar las experiencias pedagógicas del pasado e incluso las múltiples que se producían en las aulas con maestros y profesores dispuesto a innovar, generó textos poco atractivos y de variado valor didáctico, produciéndose además notables diferencias entre los temas tratados por aquellos redactores con habilidades y los que carecían de las mismas.

Los borradores de esos textos eran sometidos a la aprobación del Departamento de Orientación Revolucionaria del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, en su sección de Educación[7], en realidad esos funcionarios eran incapaces de opinar nada, salvo señalar que tal o más cual episodio o personaje debería ser tratado con mayor o menor número de líneas. También eran ‘sometidos’a la valoración de la Facultad de Historia de la Universidad de La Habana y al Instituto de Historia, nada de real importancia salía de esas supuesta revisiones. En mi opinión no le dedicaban mucho tiempo a esa ‘tarea extra’[8] y sin lugar a dudas poco atractivas para estos encumbrados especialistas.

En el ‘Segundo Perfeccionamiento’, el proceso se repitió casi al dedillo, salvo que ya casi no existía la presencia soviética, estamos hablando de los prolegómenos de la ‘perestroika’, y resultó un respiro el poder tratar con alguna libertad el Pacto Molotov-Ribbentrop, llevar a mapas la ‘reconquista’ soviética hasta la línea Curzon y otros asuntillos de igual envergadura.

Pero eso era con relación a la Historia Universal, con la Historia de Cuba las cosas, no mejoraron; múltiples esfuerzos se hicieron para poder tan siquiera mencionar la participación de las organizaciones masónicas en los procesos conspirativos y en la Guerra de Independencia, los que en el Instituto de Historia tenían acceso a esta información, no publicada aún en esos momentos, eran reacios a compartirla. De la presencia abakuá, en estas luchas, para que hablar.

Los textos o capítulos de Historia de Cuba padecieron de los mismos excesos y defectos que en el intento anterior. Entre ellos los más notables fueron el de borrar de un plumazo los avances alcanzados durante la república, potenciar de manera hiperbólica los ‘logros y éxitos’ de los comunistas del patio, claro está sin mención alguna de sus yerros y otros tabúes.

A estos males se le sumó la introducción de las llamadas ‘leyes y regularidades’ de inexcusable tratamiento lo cual obligaba a hacer malabares para adecuar los fenómenos históricos, y no solo los nacionales, a esos esquemas impuestos.[9]

En resumen: el primer perfeccionamiento acabó con los vestigios que aún quedaban de la escuela pedagógica cubana, y mató en la cuna las incipientes discusiones acerca del ‘behavorismo’ y otras corrientes del pensamiento, como el constructivismo, o las teorías de Piaget. Quizás su mayor aporte, en el campo de la psicología del aprendizaje, fue la introducción a Lev Vygorky y la teoría de las ‘zonas de desarrollo próximo’, así como las formulaciones de Galperin y Leontiev.

En el segundo perfeccionamiento se inició, modestamente, una reconsideración de la olvidada pedagogía criolla con el retomar[10] el tratamiento de las historias locales y regionales dentro de los programas de Historia de Cuba. Otro elemento de interés fue el del intento de definición de los sistemas de habilidades propios a la aprehensión de los conocimientos históricos. Ambos aspectos vinieron a sumarse a la sempiterna discusión acerca de la prioridad del “cómo” o del “qué”en la enseñanza de la historia.

La situación de la preparación de los maestros y profesores de historia no estaba, ni esta[11], alejada de estos males tomemos en cuenta que en la bibliografía que utilizaban, y aún utilizan, no hay una sola referencia a los didactas y pedagogos de la etapa republicana y si decenas a los soviéticos y alemanes, y a los documentos del partido.

En las escuelas la enseñanza de la historia no ha mejorado en nada, en realidad con la obligada utilización de los llamados maestros emergentes por áreas las cosas andan mucho peor que en los 90, se siguen utilizando los mismos textos únicamente se han omitidos por decisión ‘orwelliana’, el nombre de algún que otro autor.

La situación no puede, sí, si puede, ponerse mucho peor, se me ocurren algunas cosas que la pueden empeorar aun más, por tanto lo que quedará para un ‘después’, está en consonancia con ese después para el resto de las estructuras de la sociedad, la economía, etc.

Algunas simples ideas que propongo para un ‘después’:

· Los programas de Historia no deben ser un ‘documento estatal de obligatorio cumplimiento’, sino una guía de contenidos y formas que el maestro o profesor adecuará a su circunstancia, a sus alumnos.
· Los textos deberán ser escritos por aquellos historiadores que no tengan a mal, como R. Guerra y Portuondo en su momento, el dedicarse a esta humilde, pero tan delicada y difícil tarea. Si se integran en equipo y si en esos equipos se incluyen especialista de la enseñanza, eso quedará a la decisión de cada cual. Pero los textos jamás deberán tener carácter ‘oficial’ y el maestro será el que decida cual, de los que se escriban, empleará en sus clases.
· La Historia de Cuba deberá mantenerse en la enseñanza primaria así como en la secundaria, la Historia Universal se tratará en esta última con un marcado interés en los procesos culturales y del pensamiento dentro de la historia[12].
· No traten de borrar de un plumazo toda la etapa posterior al 59.

Les deseo suerte, la van a necesitar, pero sabemos que dentro de los maestros y profesores cubanos existen muchos que serán capaces de poner nuevamente sobre sus piernas el pensamiento pedagógico nacional.


[1] El término que se aplique estará determinado por qué ‘después’ se producirá. Esperemos que el de eliminar no sea el utilizado, de ser así estas líneas no tendrían objetivo y ello no me resulta agradable.
[2] La última vez fue cuando el “gallego” Fernández fue pasado momentáneamente al ‘plan pijama’ y lo sustituyó el actualmente defenestrado Luis Ignacio Gómez, al que ‘cariñosamente’ apodaron ‘Tacón’, en realidad no por sus poses de Capitán General, sino por unos botines que usaba al principio de su mandato, calzado que eventualmente mejoró en grado sumo.
[3] La pedagogía cubana antes del 59 era puntera en el continente, los libros de Leví Marrero, los de Rosell y los de Baldor, y Mario González, por mencionar unos pocos se vendían y utilizaban en prácticamente toda la América hispana. Al parecer todavía algunos de ellos aún son utilizados, por lo menos en México vi algún Baldor a la venta.
[4] Uno de los grandes resultados de ese ‘manual’ fue que gracias a sus pretensiones anti-burguesas Carlos Manuel de Céspedes fue destituido como una efigie patriótica que asomaba su presencia en el billete de 10 pesos. Eso se ‘rectificó’en 1968 con los ‘100 Años de Lucha’, pero Céspedes jamás recobró su posición en la numismática patria.
[5] Fue una profesora universitaria quien escribió esos dos tomos pero mi pésima memoria no me ayuda a desentrañar su nombre, sin embargo recuerdo que en sus últimos años padeció de una seria dolencia mental que la llevaba a decir que lo quería eran libros para comérselos, literalmente. Triste.
[6] En aras de la verdad dentro de esos asesores habían varios de notable inteligencia y experiencia, no eran ‘bolos’ propiamente dicho, pero trasplantaron algo que allá podría funcionar pero que en Cuba no
[7] Largo el nombrecito
[8] Aquí anoto que en el ‘segundo perfeccionamiento’ algunos capítulos de la Historia Universal fueron entregado a las embajadas de los ‘paises amigos’, las mayores protestas e inconformidades se produjeron de parte de los polacos, no dejaban de tener razón pero…
[9] Era divertido ver a un especialista soviético tratando de adecuar esos esquemas cuando algún malévolo lo ponía enfrente de un tema que se sabía que no iba a poderse encuadrar en esas teorías.
[10] Digo retomar ya que esa ideas ya habían sido expuesta por Ramiro Guerra, Miguel A.Cano y el olvidado, maestro pinareño Pedro García Valdés; Aguayo también abordó este asunto y la practica de la enseñanza de la historia local tuvo alguna aplicación en los años 40 pero no dejó resultados mensurables en el campo de la investigación pedagogía aunque si numerosas historias locales y/o regionales, muchas de ellas escritas por maestros.
[11] Para dejar clara esta idea copiamos textualmente los dos primeros requisitos que se establecen, con fecha marzo del 2008, para el profesor de humanidades, incluye Historia:
-Sólida preparación política e ideológica basado en los principios de la ideología de la Revolución Cubana: Martiana, Marxista y Fidelista
-Portadores de los valores humanos y revolucionarios que requiere nuestra sociedad.
Sin más comentarios.
[12] No pretendan evitar el ‘eurocentrismo’, los intentos realizados nunca dieron resultados.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Ingenuidades

[publicado originalmente en E. Ichikawa]

Waldo Acebo Meireles

Me han resultado interesantes tres diferentes ‘post’ que de una manera u otra se refieren a lo mismo, a la pretensión de mirar el problema cubano a través de la óptica de la influencia, o no influencia, de la política de los EE.UU. En el primero E. Ichikawa deja establecido que aplicar la lógica, el sentido del honor, la rectitud principista y cualquier otra categoría ética al gobierno de Cuba es de una ingenuidad total. Estamos de acuerdo.

Por otra parte, en más de una ocasión, el Supremo ha manifestado, como de manera casual, sus preferencias a tratar con los ‘reaccionarios’ republicanos y no con los ‘menos reaccionarios’ demócratas, sus razones tendrá. El sabe de esas cosas. Es verdad, también, que en una ocasión dijo que daba igual Juana que su hermana. Vaya a usted a saber.

Durante, el casi finalizado, gobierno republicano, de una manera tranquila, sin aspavientos, sin grandes titulares, se comenzó a exportar a Cuba, primero unas cuantas toneladas de pollos congelados, otras pocas de arroz, con el beneplacito de los granjeros norteamericanos ese comercio se ha extendido hasta representar, según fuentes en la isla, que por tradición no son confiables, que EE.UU ocupa el cuarto lugar en el comercio exterior de Cuba. ¿Qúién lo diría?

Durante el gobierno demócrata anterior, en un momento en que un recrudecimiento de las restricciones estaba varado y no se acaba de tomar ninguna acción al respecto, dos aviones cazas cubanos Mig 25, o 35, o 55, que para el caso da igual, practicaron el tiro con cohetes aire-aire contra dos indefensas avionetas. Resultado (¿casual?) las más enérgicas medidas fueron adoptadas de inmediato, sin más hesitación.

Sin embargo, ingenuos que somos, seguimos mirando los asuntos cubanos a través del deformado prisma de la política de los EE.UU. Mientras en La Habana, que es donde en definitiva se corta el bacalao, primero se da como si no fuera nada de importancia la elección de Obama, por lo menos esa es la poca atención que le brinda el organo oficial. Después varios ministros hacen declaraciones (¿espontaneas?) que matizan sin contradiciones la parquedad del Granma.

Finalmente se produce un liviano incremento de la represión de disidentes en Guantánamo, vaya que no podía ser más lejos y a la vez más cerca, sin lugar a dudas que yo soy mal pensado pero en la incoherencia resabida y resabiosa todo me resulta coherente.

En la “Valla Habana”, los gallos gustan del combate, en cualquier variante: corredores para agotar al contrario; frontales, a picotazos, de lado, con las navajas de cortalazo, como quiera, pero lo que si necesitan es un gallo oponente, sin enemigo se acabó la valla.

El onceno presidente es un gallo1 capirro, y va a salir a una valla donde las monedas están en el piso, ya están apostadas, y dondé los gallos del patio tienen las espuelas untadas. No hay gane.

1 El 11 en la charada